La Asamblea diocesana asienta las bases para el Año de la Liturgia
30 junio de 2019Este sábado, alrededor de 160 fieles convocados por el Obispo, entre sacerdotes; religiosas; miembros de cofradías; de grupos cristianos y laicos comprometidos, se reunieron en la tercera Asamblea diocesana.
Esta asamblea tiene como principal fin asentar las bases del trabajo del próximo curso, el tercero del Plan Pastoral, que tiene como mediación la Liturgia y el misterio de Cristo. Y lo hace a través de las conclusiones que se han extraído de las distintas asambleas parroquiales y arciprestales que se han desarrollado durante la Pascua.
Dio comienzo a las 10 en el Seminario diocesano. Lo hizo compartiendo una oración. La música y el Evangelio, en total consonancia con el sentido sobre el que iba a versar la Asamblea, sirvió para crear un clima de comunidad y de unión entre todos los asistentes y de todos con el Obispo. El Vicario de Evangelización, D. Juan Ignacio Damas, explicó el desarrollo de toda la jornada, que desde su área de trabajo, se había preparado.
Don Amadeo Rodríguez Magro fue el primero en hacer uso de la palabra. Bajo el epígrafe extraído del Evangelio de San Juan, 15, Permaneced en mi amor, comenzó haciendo memoria de lo que habían supuesto, en El sueño misionero de llegar a todos, los dos años, el de la Comunión y el actual, el de la Evangelización. «Fue un año para descubrirnos a nosotros mismos como discípulos misioneros del Señor en su Iglesia. Juntos comenzamos a compartir el sueño misionero de llegar a todos»- expresó el Obispo, para añadir, «Espíritu Santo, que ha actuado en tantos de nosotros, ha errado en su propósito de hacernos llevar la buena noticia del Evangelio a otros. Afortunadamente, hay ya muchos cristianos y cristianas en Jaén que saben, por experiencia propia, que son discípulos misioneros; muchos se han dejado evangelizar y han evangelizado».
En clara referencia al Año de la Liturgia, el Prelado jiennense afirmó: «El próximo curso quiere consolidarnos en el amor de Cristo. Cuidaremos, pues, todo lo que alimente en nuestra vida la pasión por Cristo. Tiempo habrá, al año siguiente, para afianzar ese amor en la pasión por el pueblo, y en especial en la pasión por los más pobres de nuestros hermanos».
De un modo especial, enfatizó en tres aspectos fundamentales para el nuevo curso: «El domingo, día del Señor»; «la Eucaristía dominical» y «la Centralidad de la Palabra de Dios». Esos tres recursos, junto a la «Piedad popular: tesoro del pueblo cristiano» serán los pilares básicos sobre los que se asiente en Año de la Evangelización.
Después de la intervención episcopal, el Canónigo y Liturgista, D. Manuel Carmona ofreció la ponencia: «La celebración del domingo en la comunidad parroquial». En ella, el ponente destacó que «el domingo, la Iglesia es invitada a festejar la Pascua, núcleo fundamental de su fe y, por tanto, motivo fundamental de la fiesta cristiana por excelencia. En realidad, es el Señor Resucitado quien convoca cada domingo a su Iglesia para la fiesta. En ella, la Iglesia se experimenta y reafirma su conciencia de ser: comunidad renacida a una esperanza viva; comunidad agradecida que debe su existencia a la «donación gratuita» de Dios en Cristo; y comunidad fraterna «en Cristo Jesús y en su Espíritu» por la fe y el bautismo».
También, D. Manuel Carmona quiso poner en el centro de la vida del cristiano el domingo como día dedicado al Señor, y lo que eso comporta para la vida en comunidad. Del mismo modo, señaló las cuestiones principales para una buena celebración y de qué hay que huir para que el día del Señor cobre el protagonismo que para muchos ha perdido. (Puede leer la ponencia completa en pinchando aquí).
Después de un diálogo con el ponente y un breve descanso se retomó la sesión con las conclusiones extraídas de las asambleas parroquiales y arciprestales celebradas durante la pasada Pascua.
Entre otras, se destacaron que para que la Parroquia ocupe un lugar central, hay que tomar conciencia de la centralidad de la Palabra de Dios, a la vez que se necesita ofrecer el tesoro de la Sagrada Escritura, a mayor número de fieles: a través de las homilías, de páginas webs y Redes Sociales; en la Adoración Eucarística semanal; realizando el curso de lectores…
Por otro lado, se puso de manifiesto que los responsables de esto deben ser, en primer lugar los párrocos. Después, grupos de agentes pastorales que aman y conocen la Palabra de Dios; también cobran responsabilidad las familias, que son iglesia doméstica y del mismo modo, la responsabilidad recae en el Departamento de Sagradas Escrituras del Seminario diocesano.
En las conclusiones también se propusieron distintas iniciativas para llevar a cabo el próximo curso, como son: Talleres y cursos formativos sobre Biblia, vinculados al Año Litúrgico. Cursos de divulgación Bíblica o una semana bíblica itinerante; cursos sobre Biblia para formar a formadores.
Del mismo modo, se propuso fomentar la Lectio Divina y hacerlo a través de los grupos ya creados, o de los que se han formando durante este año de la Misión. También se hizo hincapié en la importancia de la educación litúrgica, así como la necesaria inculturación en las celebraciones litúrgicas, sobre todo en las solemnes o en las que están ligadas a otros sacramentos como bautizos, bodas y comuniones.
Durante el próximo curso se fomentará de forma importante tanto la oración personal como comunitaria a través de distintas acciones que se llevarán a cabo en las parroquias, en los movimientos, en las cofradías. Y ya por último se señaló la importancia de aprovechar el valor de la piedad popular.
Al finalizar la exposición de las conclusiones, los participantes en la Asamblea compartieron una comida en el Seminario.
Por la tarde, la Asamblea cambió de ubicación, y la última parte de este encuentro se desarrolló en la Sacristía de la Santa Iglesia Catedral de Jaén.
Fue el momento de los testimonios. Distintas personas fueron tomando la palabra para compartir sus experiencias como motores de la Liturgia y el misterio de Cristo desde sus realidades.
El primero en tomar la palabra fue D. José Navarrete. Uno de los tres últimos presbíteros ordenados. Él habló de su experiencia de párroco rural. En la actualidad lleva tres parroquias en la Sierra de Segura con carretera de sierra de por medio. El neopresbítero explicó cómo él santifica las fiestas, comenzando el sábado por la tarde y concluyendo el domingo por la noche. Preparando y celebrando tres Eucaristías para personas diferentes y en lugares distintos.
Miembros de la Parroquia San Félix de Valois explicaron su gratificante experiencia de «Mesa fraterna». Una reunión en la que comparten mesa, oración y vivencias con personas sin hogar que acuden cada domingo hasta San Félix no sólo en busca de alimento sino también de calor fraterno.
La familia Valsera Cobos explicó lo que para ellos suponía santificar el domingo participando todos juntos en la Eucaristía. A los que además no iban solo los cuatro miembros de la familia, sino que los acompañaba la abuela, un primo… y vivían ese momento como el central de la semana a la vez que los enriquecía como familia.
De la Parroquia San Juan de la Cruz de Jaén ofrecieron el testimonio «De la Eucaristía dominical a las casa de los Enfermos», en el que una voluntaria de este proyecto explicó qué supone para el que lleva a Cristo Eucaristía acudir a casa de las personas enfermas de su parroquia, y de igual manera, qué provoca en las personas que reciben esa comunión y esa visita, cada semana.
La religiosa de las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia, de San Eufrasio de Andújar, la Hermana María Cristina narró lo que para ella y su comunidad suponía la celebración del domingo. Dentro de la vida de la Parroquia y como comunidad, vivían el domingo, «solo para el Señor».
Por último, una auxiliar de clínica, explicó cómo se viven los domingos en el Hospital, y como para las personas que se encuentran enfermas o convalecientes, también es el domingo un día especial, en el que Cristo se hace presente en sus habitaciones a través del personal hospitalario, de la comunión que reciben.
Al concluir los testimonios, el Obispo de Jaén tomó la palabra para mostrar su agradecimiento y su alegría por la manera en la que se había desarrollado la Asamblea. Mostró su confianza en la fuerza del Espíritu Santo, animador de la Iglesia, para que actúe en los diocesanos durante el próximos curso y sea, también, igual de fructífero que los dos anteriores.
Las Vísperas de la solemnidad de la Santísima Trinidad, presididas por el Obispo, sirvieron como broche final a una jornada de unidad de la Iglesia que camina en el sueño misionero de llegar a todos.