La alegría de Cristo resucitado llena los corazones de los jiennenses

La Catedral de Jaén acogió, como cada año, la Vigilia Pascual en la noche del Sábado de Gloria.

El Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, presidió su primera Vigilia Pascual en la Diócesis de Santo Reino. Al salir de la Sacristía se encontraba con el templo totalmente a oscuras, iluminado únicamente por el fuego nuevo que iba a bendecir. Posteriormente, tras la incisión de la cruz, del alfa y el omega y de los otros signos en el Cirio, incrustó los cinco granos de incienso, en recuerdo de las llagas del Señor. Para culminar el rito encendiendo el Cirio Pascual con el nuevo fuego, símbolo de la vida y la resurrección. Al finalizar este rito, comenzó la procesión hasta el Presbiterio, encabezada por el Cirio Pascual, que portaba el sacerdote D. Francisco Javier Cova. Lo seguía el Obispo y el Obispo emérito, Don Amadeo Rodríguez Magro; algunos Canónigos de la Catedral; los seminaristas y los ministros. Cerraba la comitiva los fieles reunidos en esta Vigilia de Pascua. Uno a uno, todos los congregados encendieron sus velas, mientras daba comienzo la celebración eucarística.

El Canónigo D. Emilio Samaniego fue el encargado de cantar el pregón Pascual. Le siguieron siete lecturas, con sus salmos. A continuación, con el canto del Gloria se encendieron todas las luces del templo y varios miembros de la Cofradía de la Buena Muerte vistieron la mesa del altar. Después, las campanas volteraron, anunciando que Cristo ha resucitado. Tras la lectura de la Epístola, se ha entonado el Aleluya. Finalmente, D. Francisco Javier Cova proclamaba el Evangelio.

Durante su homilía el Obispo señaló que “la Resurrección de Jesús es la manifestación definitiva de la bondad de Dios, su respuesta de amor a todas las angustias y preguntas de nuestro corazón, el principio vital del que se alimenta nuestra vida y nuestras buenas obras”. Para añadir: “A lo largo del año podremos vivir del resplandor de esta noche gloriosa, ella iluminará nuestros pasos, dirigirá nuestras decisiones, sostendrá nuestros esfuerzos, confirmará nuestra fe, fortalecerá nuestra esperanza y activará la eficacia de nuestro amor”.

Al término de las palabras del Prelado, D. Francisco Javier Cova portó el Cirio Pascual hasta la pila bautismal, donde Don Sebastián bendijo el agua. A continuación, los fieles que estaban participando en la Vigilia Pascual renovaron las promesas bautismales. Finalmente, con las candelas encendidas, al igual que el día de su Bautismo, el Obispo fue asperjando a todos los presentes.

Domingo de Pascua
El Domingo más importante del calendario litúrgico, el de la Resurrección de Cristo, también se celebró con gran solemnidad en la Catedral de Jaén. A las 12 de la mañana comenzaba la celebración eucarística presidida por el Obispo y concelebrada por algunos miembros del Cabildo.

Tras la proclamación del Evangelio, por parte del Canónigo D. Juan García Carrillo, el Prelado del Santo Reino comenzó su homilía felicitando la Pascua a todos los que participaban en la Santa Misa.

Después ha querido manifestar que el mensaje de este gran día “es sencillo y a la vez inefable: Dios nos creo por amor. Por amor envió a su Hijo al mundo para que nos librara de las tinieblas del pecado y descubriera ante nosotros las maravillas de Dios.” Y continuó explicando que la muerte en la Cruz fue “el camino para que Dios desplegará en Jesús todo el poder de su gracia y de su amor lo resucitó y constituyó Señor del mundo centro de vida y de salvación para todos los que creen en Él”.

Asimismo, el Obispo quiso alentar a los fieles diocesanos a ser “testigos valientes, allí donde nos encontremos, de esta esperanza que da plenitud a nuestra vida y que puede transformar este mundo en un mundo más justo, más humano, más fraterno y verdadero”.

Don Sebastián culminaba pidiendo a la Virgen María que nos acompañe y nos ayude “a vivir fortalecidos y santificados por el recuerdo de la resurrección de Jesucristo y la esperanza segura de llegar a participar, un día, en este triunfo definitivo de la bondad de Dios y de nuestra propia vida”.

Después, el pueblo fiel renovó sus promesas bautismales y el Prelado los asperjó con agua bendita, como símbolo del agua que recibieron en su Bautismo.

Antes de finalizar, el Prelado impartió la bendición apostólica con indulgencia plenaria. La celebración eucarística terminaba entonando el Regina Coeli.

Galería fotográfica: «Vigilia Pascual»

Galería fotográfica: «Domingo de Resurrección»