Inaugurado en Baeza un monumento a Sor Mónica de Jesús

24 junio de 2014
     Ha sido un momento de Cielo trasladado a la tierra lo que hemos vivido en Baeza este fin de semana, sobre todo el domingo día 15 que además coincidía con la oración con las monjas de vida contemplativa.

     La presencia del Sr. Obispo y la homilía tan bonita que parecía conocer muy bien a Sor Mónica encantó a todos los que he tenido ocasión de intercambiar opiniones. Sobre todo gustó a todos la fiesta en la que concelebraron quince agustinos, entre ellos el General de la Orden Padre Miguel que vino desde Roma y cuatro provinciales, además del rector del seminario de Monteagudo y el párroco de este pueblo, también agustino.
     La razón fundamental que nos reunía a tanta gente que incluso no pudo entrar en la iglesia por la poca capacidad de la misma era dar gracias a Dios porque se cumplían ese día, el día 14, cincuenta años de la llegada de la Venerable Sor Mónica toda de Jesús -así le gustaba a ella llamarse- al Cielo.
     Sor Mónica nació en Monteagudo el día 17 de mayo de 1889, ya desde de la más tierna edad tenía un carisma especial y mostraba el cariño tan grande que tenía a Jesús y que ella incluso pudo ver junto a su ángel de la guarda con quien mantenía conversación constante el día de su primera comunión. Quienes recuerdan algún detalle que habían oído contar a sus padres; los familiares íntimos de Sor Mónica nos hablan de que con cuatro años ya había parado un caballo que se había desbocado y ella decía que era porque el que lo llevaba no estaba en gracia de Dios y por eso tenía que pararlo.
     Ha permanecido en Baeza durante cincuenta y seis años en los que ha hecho el bien enorme a cuantas personas acudían a ella, a pesar de su humildad y del trabajo que le costaba bajar al locutorio, siempre que alguien quería verla para consultarle algún problema personal o familiar siempre atendía con gran cariño a todo el que la necesitaba.
     Su trabajo en el convento era cuidar de la granja, los cerdos, las gallinas y las vacas además de hacer zapatos para la comunidad. Todo esto no era óbice para que en la comunidad reinara siempre una gran alegría cuando ella aparecía en el comedor o en la sala de recreación, pues tenía una habilidad especial para hacer felices a todas las personas que tuvieron la suerte de relacionarse con ella.
     Aún vive la monja que hacía de superiora cuando ella murió y ha dejado constancia de las grandes virtudes que practicó en vida Sor Mónica.
     Se conservan más de cinco mil cartas, sobre todo las que ella escribía a su director espiritual, Padre Alejandro Cantera, un hombre con una preparación especial que tenía tres doctorados pero de una humildad y de una santidad de vida que fue un hombre especial que la Divina Providencia le deparó para dirigir su alma. Las cartas del director a Sor Mónica no se conservan porque las rompió todas cuando empezó la Guerra Civil.
     Se han hecho entrevistas que se han grabado a personas que la trataron mucho en vida, entre ellas a D. Eliseo Fernández que hemos tenido ocasión de hablar con él y ha contado las cosas maravillosas que ocurrieron durante la Guerra Civil y de las que fue testigo, pues estuvo en casas de sus padres y entonces era un niño, cuenta en la actualidad con 85 años, pero recuerda mucho de los detalles que pudo vivir aunque las cosas más importantes se las contaba su madre. Su vida de oración en las que según cuenta la madre Ángeles que la acompañaba levitaba con mucha frecuencia.
     Al tenerse que desprender del servicio que tenía su madre ella fregaba el suelo, lavaba y ayudaba en todas las tareas de la casa y cuando los demás descansaban ella se metía en un pequeño oratorio y hacía largas horas de oración.
     Los últimos años de su vida, ya había muerto el Padre Cantera, y dirigió su alma el Padre Rubio con quien tuve ocasión de hablar varias veces cuando iba por Martos y ella, que todavía vivía pues me ordené en el 59 y murió en el 64, no llegué a conocerla personalmente pero si escuché muchas cosas de las que contaba el Padre Rubio que a ella no agradaba porque quería pasar completamente desapercibida. Sobre todo vivía de una manera especial la Semana Santa en que sentía los estigmas de la Pasión y del Corazón le emanaba tal cantidad de sangre que tenía que ponerse trapos que lógicamente empapaba en seguida. El Padre Rubio le consiguió amianto que empieza a fundirse a más de 600 grados y tampoco servía para cortar la sangre que constantemente emanaba de su corazón.
     La devoción a Sor Mónica está muy extendida no solo en Baeza sino en otros muchos lugares como Granada, Málaga, Madrid, y con algunas de esas familias que le trataron más íntimamente y que recibieron algún favor pudimos entrevistar y grabar lo que ellas nos contaron.
     Últimamente hemos tenido ocasión de entrevistar a una señora que nació en Úbeda pero que vive por razones de trabajo en Villajollosa (Alicante). Ella y su madre nos escribió una carta relatando un milagro, que ella cuenta minuciosamente porque es médico y su marido profesor de la escuela de enfermería y siguieron muy de cerca el cáncer de útero que padeció esta señora y de la que ya ha quedado completamente curada. Antes de prepararse los médicos para hacerle la última operación por las circunstancias gravísimas que en esos momentos atravesaba le hicieron una última revisión y pudieron comprobar que no existían resquicios de haber padecido ninguna enfermedad; ella lo cuenta emocionada y achaca sobre todo a las oraciones de su madre que todos los días con los brazos en cruz pedía a Sor Mónica que se obrara el milagro.
     Su principal deseo era poder tener hijos aunque se resignaba con tal de conseguir la salud. Después de comprobar que estaba completamente curada tuvo la suerte de quedarse embarazada y a primeros de año tuvo una hija preciosa a quien ha puesto Mónica como agradecimiento a Sor Mónica y quisiera bautizar junto al sepulcro de Sor Mónica, si el Sr. Obispo se los permite y quisiera él a bautizarla. Tanto ella como su marido y los médicos que han certificado lo que ellos vieron antes de la última revisión están convencidos de que esto es algo sobrenatural, porque no se explica la rapidez con que ocurrió y esperamos que en Roma den el visto bueno para que cuanto antes podamos ver en los altares a nuestra queridísima Sor Mónica toda de Jesús.
Juan Párraga Barranco
Canónigo emérito de la S.I. Catedral
 
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