Homilía en la Eucaristía televisada desde Martos: “Al practicar la hospitalidad se entra en contacto con Dios”
21 julio de 20191. Cuando hace 800 años Fernando III reconquista Tucci o Martos para la corona de Castilla, se crea esta primera parroquia de la ciudad en memoria de la santa cuya festividad se celebraba ese día, Santa Marta, la hermana de Lázaro y de María de Betania. Desde entonces, la devoción a esta mujer hospitalaria y servidora, que acogía con amor y servicio a Jesús cuando subía a Jerusalén desde Jericó, se convirtió en una referencia obligada para la vida cristiana de esta ciudad. Este año estamos haciendo memoria agradecida de esta historia, con la celebración de un Año Jubilar concedido por la Santa Sede, en el que la protección y el ejemplo de Santa Marta está convocando a muchos para que, peregrinando a este templo parroquial, encuentren a Jesucristo en su abundancia de amor y de gracia.
2. Situados en esta memoria de nuestro pasado, celebramos hoy la Eucaristía, que siempre ilumina el presente de nuestras vidas. En la liturgia de la Palabra, en la que precisamente Santa Marta ha tenido un especial protagonismo, se nos acaba de hacer una invitación a la acogida y a la hospitalidad al Señor y a aquellos con los que Él se identifica, la misma que se hace también en la primera lectura.
3. En el libro del Génesis, Dios mismo se presenta como huésped de Abraham, que le acoge bajo la encina de Mambré, en aquellos tres personajes que van de camino, en los que la Iglesia ha visto el signo de la Trinidad: tres personas, que son un solo Señor. Así lo ve el famoso icono de Rublev que, al reproducir esta escena, le da una interpretación trinitaria. De hecho, Abraham se dirige a los tres como si fuera uno sólo: “Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo”. La actitud de Abraham en este relato nos sugiere que al practicar la hospitalidad se entra en contacto con Dios.
4. En el Evangelio, Jesús es acogido, una vez más, en la casa de Marta y de María. También, en Él se nos invita a ser acogedores y hospitalarios; pero, además, en toda la escena y, en especial, en el diálogo de Jesús con Marta, se dice cómo ha de ser nuestra hospitalidad con Él y con todos los que acojamos en su nombre. San Lucas nos narra un episodio que pone de relieve las dos actitudes con las que Marta y María reciben a Jesús. Las dos le acogen y las dos ponen lo mejor de sí mismas con aquel huésped tan especial que las visita. Marta trabaja y María, sentada a sus pies, escucha su palabra como una más entre sus discípulos.
5. Marta, sin embargo, agobiada por el trabajo, que siempre requiere una buena acogida, le pide a Jesús que medie ante su hermana para que abandone su aparente inactividad y le ayude en las tareas domésticas. Con esta petición, en la que también hay algo de reproche, Marta está obligando a Jesús a que opte por su modo de acoger. La respuesta del Maestro, sin embargo, no es la que Marta esperaba. Ella le sirve, ella le imita como el que vino a servir y no a ser servido, sin embargo, para Jesús ha sido María la que “ha escogido la parte mejor y no se la quitarán”: la de escuchar su palabra, ser su discípula y aprender de su persona en el encuentro y la cercanía, porque sólo de ese modo se “llega a la madurez en la vida cristiana”, como nos ha dicho San Pablo en la carta a los Colosenses.
6. Jesús no le reprocha a Marta su opción de trabajar y servir, que era realmente la que le correspondía como hermana mayor de la familia que le acoge en su casa; pero le hace ver que su situación interior no es la adecuada, que está alterada y dispersa, que se dedica a hacer las cosas con demasiada agitación y se olvida de algo fundamental: que lo primero ha de ser siempre la atención a la persona que se acoge. Marta se ha olvidado de ser contemplativa en la acción. Por eso Jesús se inclina, al menos en esta ocasión, por la opción de su hermana María, que ha sabido estar centrada en la palabra y en el corazón de Jesucristo. Jesús, en realidad, no rechaza el servicio de Marta, simplemente lo reorienta, le invita a ponerlo en su centro de gravedad, que es saber hacer las cosas con amor y pasión por él.
7. En este episodio, que sucede en un clima de espontánea familiaridad, en casa de sus amigos, Jesús tiene la ocasión de decirle a Marta, y también de decirnos a nosotros, que hay dos modos de acogerle: el activo que ella encarna y el contemplativo de María. Para Jesús, los dos son necesarios, pero se le atiende mejor escuchando su Palabra, estando atentos a su voluntad y procurando conocer lo que nos sugiere. El episodio del Evangelio de hoy, por tanto, no es una anécdota, es un modo de ser cristianos, de vivir la fe que hay que tener siempre muy bien asentados en nuestra vida interior y en cuanto hacemos en nuestra vida ordinaria. Todos somos María y Marta, todos somos contemplativos y activos, por eso hemos de tener siempre muy bien equilibrado en nuestros sentimientos, actitudes y acciones esta doble manifestación de la vida cristiana. De hecho, todo se desequilibra cuando anulamos e ignoramos la una o la otra. Jesús nos dice que es necesario tener el corazón de María y las manos de Marta.
8. En este tiempo nuestro, en el que la evangelización se abre a nuevos rumbos y la misión de la Iglesia se hace activa y en salida, es imprescindible que se equilibren la vida de oración, la escucha de la Palabra y la experiencia celebrativa con el compromiso cristiano en la misión y en el servicio de la caridad. Todo ha de estar muy unido, y siempre alimentándose mutuamente en cuanto somos y hacemos. La vida espiritual alimenta el apostolado, el servicio y la caridad y la caridad es el alma de toda la vida espiritual, como decía San Agustín. Se puede muy bien afirmar que la fe inspira la caridad y la caridad custodia la fe.
9. Con esta riqueza, diversa y complementaria de la vida cristiana, está caminando nuestra Diócesis de Jaén, bajo la guía de nuestro Plan Diocesano de Pastoral: cultivamos la comunión fraterna para que fragüen en nuestra vida comunitaria lazos espirituales, eclesiales y sociales; estamos inmersos en una Misión diocesana en la que compartimos el sueño misionero de llegar a todos, para “anunciar que Cristo es la esperanza de la gloria”. Y justamente para afianzarnos en la comunión y en la misión, en el próximo año pastoral nos adentraremos en la dimensión contemplativa de la fe y de la vida cristiana y cultivaremos todo lo que fortalezca nuestra condición de discípulos, estando siempre dispuestos a poner nuestras manos en el arado y a alimentar nuestro corazón sentados a los pies de Jesús, nuestro Maestro. Estando así, escucharemos e interiorizaremos las preferencias del Señor e iremos con Él a las periferias, a las que nos envía el Papa Francisco, en las que están los pobres esperando un servicio que tenga la calidad que sólo da el reconocer en ellos a Jesucristo. Así aprenderemos que acoger al huésped, al forastero, al refugiado, al migrante es un mandamiento nuevo de Jesucristo. “fui forastero y me has hospedado” (Mt 25,35).
10. Queridos hermanos y hermanas, con esta preciosa enseñanza de la Palabra, que hoy hemos escuchado, se fraguó la santidad hospitalaria y servidora de Santa Marta. Ella le escuchó decir al Maestro que, antes de cualquier servicio, hay que alimentar lo que se hace en la escucha y el encuentro íntimo con él. Es sentados a sus pies como se aprende a escuchar el clamor de los necesitados. De Santa Marta, su patrona, está aprendiendo esta ciudad a ser acogedora con los demás; de hecho, lo está siendo con los muchos inmigrantes que viven, justamente, en el entorno de esta parroquia.
11. Lo aprende, también, de la que encarna el modelo perfecto de todo discípulo del Señor, que no es otra que la Santísima Virgen, aquí amada con el nombre de La Villa. Ella ha realizado a la perfección el equilibrio entre las dos vocaciones. Era “María” cuando guardaba todo en su corazón o cuando estaba en silencio dolorido junto a la cruz; era “Marta” cuando sale presurosa a atender a su prima Isabel o cuando se ocupa de los que no tienen vino en las bodas de Caná. Como nos dice el mismo Jesús, su madre es la que escucha la Palabra de Dios y la pone por obra. ¿No significa eso que María es la mujer de la unidad de vida? De ahí que San Juan Pablo II nos dijera: María es quien “nos ha dado perfecto ejemplo de cómo se puede unir la comunión con Dios y una vida intensamente activa”.
Martos, domingo 21 de julio de 2019, XVI del tiempo ordinario
+ Amadeo Rodríguez Magro,
Obispo de Jaén