Homilía en la clausura del Centenario del nacimiento del Beato Manuel Lozano Garrido, «Lolo»

14 junio de 2021

Queridos hermanos y hermanas: nos hemos reunido para cantar las maravillas del Señor. Todo lo que hemos dicho y digamos de Lolo hay que aplicárselo a Dios Nuestro Señor, a Jesucristo en quien vivió y al Espíritu que lo fue haciendo a lo largo de su santa y bella vida.

Lolo, porque era humilde, es una rama joven y tierna de un gran cedro, la Iglesia, plantada por el Señor, que echó brotes y dio frutos. También, podemos decir con la parábola, con la que Jesús hablaba para que le entendieran, que Lolo es una semilla pequeña como la de la mostaza, que termina haciéndose un árbol en el que se puede anidar y cobijarse a su sombra. Por eso, el día 8 de agosto o el 5 de septiembre tuvimos la oportunidad de cantar: ¡Cumpleaños Feliz! Lo hicimos con la convicción plena de que nunca habíamos cantado esa sencilla y familiar melodía con una conciencia tan cierta de que era un canto a la belleza de la santidad.

Esos días se cumplían los 100 años del nacimiento y del bautismo de Manuel Lozano Garrido “Lolo” en el cielo, y también celebraba ese cumpleaños con nosotros, su Iglesia de Jaén, que lo felicitaba con el culto y la veneración que le corresponde a los Beatos en su tierra. En esas dos fechas evocábamos la vida de un ser humano que nació, vivió y murió en Linares, pero que ya está en el cielo, donde está la Trinidad, donde reina la Virgen María, donde los Ángeles cantan lo gloria de Dios y donde los santos viven en la felicidad y el gozo eterno. Por eso nosotros hemos entonado durante este año, con música y belleza celestial, el “cumpleaños feliz”. Para nosotros ha sido como cantar el magnificat de Lolo.

Nuestro canto recogía la memoria agradecida de la vida reciente y cercana de quien, en la Iglesia, en una solemne celebración, que tuvo lugar en Linares el 12 de junio de 2010, fue reconocido como modelo ejemplar en el camino de la santidad, fue declarado Beato. ¡Ojalá pronto podamos asistir a su canonización! Su vida es un modelo de por donde ha de caminar una vida santa en estos tiempos modernos, aunque él los dejara atrás hace ya 50 años. Su biografía y su visión de la fe y de la vida es tan actual, que es un ejemplo a seguir, aunque sus circunstancias fueran tan peculiares.

El magnificat de la santidad de LOLO lo mantuvieron, en permanente y bella melodía los que tan generosamente custodiaron la memoria de su vida. El Postulador, Don Rafael Higueras y “los amigos de Lolo” cantaban las maravillas que en él había hecho el Señor, convencidos de que habían conocido a un santo. En torno a Lolo creció en ellos una amistad espiritual tan fuerte, que vivieron con la constante convicción de que algún día toda la Iglesia sentiría lo mismo que ellos sentían hacia su amigo.

A lo largo de este año del Centenario de su nacimiento y bautismo, lo hemos recordado con una serie importante de iniciativas, que han ido todas refrescando nuestra memoria en el marco de la Diócesis y en los colectivos especialmente afectados por la fecunda vida de Lolo. Una Comisión Diocesana, que ha trabajado y lo seguirá haciendo con mucha ilusión y generosidad, ha puesto lo mejor de sí misma para que mantuviéramos y eleváramos la melodía del cumpleaños con una música y una letra que recogiera los valores humanos y cristianos que nos dejo un hijo santo de esta tierra. Cada vez han sido más, a medida que lo iban conociendo, lo que han dicho   que Lolo “es un santo excelente y siempre lo será”.

Le doy gracias al Señor por el entusiasta hacer de la Comisión que tuve la suerte de crear para el adecuado desarrollo de este Centenario. De vosotros, queridos amigos y amigas se ha servido el Señor para que Lolo sea a día de hoy más conocido y amado. ¡Habéis podido comprobar con qué facilidad llega al corazón humano, más sencillo o más culto, el testimonio de Lolo!

Pues bien, hemos llegado a la Clausura de este Centenario. Venimos de agosto de 2020. Entre tanto han pasado cosas, que necesariamente han modificado el desarrollo de todo lo que teníamos previsto hacer. No obstante, nada de lo fundamental ha cambiado. A pesar de la Pandemia de la COVID- 19, que tanto ha influido en nosotros en todas sus fases, – desde el confinamiento a la vacunación -, hoy estamos aquí con la conciencia tranquila de que no hemos dejado de mostrar a Lolo en ninguno de los ámbitos en los que hemos querido poner el modelo de santidad de su vida.

Lo han conocido mejor los niños, los adolescentes, los jóvenes; para los que Lolo es un verdadero modelo de cristiano. Lo hemos puesto en el corazón de la Acción Católica, en la que fue un miembro activo y un verdadero militante; lo hemos acercado a los enfermos, para los que es un auténtico modelo de cómo encontrar a Dios en el dolor. Los Medios de comunicación, los periodistas y los escritores lo han conocido mejor y lo han valorado como un colega excelente y un modelo a seguir. Se han acercado a él grupos y colectivos que lo han reconocido como alguien hacia el que hay que peregrinar, porque los reflejos de su vida santa pueden siguen teniendo una extraordinaria actualidad también para este tiempo. Se han ocupado de él los Dirigentes de Acción Católica general, los consiliarios, los Delegados de Medios de Comunicación de las diócesis españolas y de las andaluzas; y hasta el Papa Francisco lo ha citado en su Mensaje para la Jornada Mundial de Medios de Comunicación, recientemente celebrada.

Asimismo, escritores y periodistas han firmado un MANIFIESTO, adhiriéndose a la celebración del Centenario, y muchos han hecho suyo con devoción, respeto y gratitud el DECÁLOGO del periodista, ese documento tan lúcido, actual y necesario para acercar la noticia con verdad, dignidad y respeto en cualquier medio informativo. Por supuesto, la Diócesis, encabezada por el Obispo, hemos celebrado solemnemente su nacimiento, su Bautismo y cualquier otro acto que nuestra memoria agradecida hacia nuestro Beato, nos ha ido recomendado. Todo lo hemos hecho fundamentalmente en torno a Linares, su cuna humana y espiritual.

La Clausura de este Centenario la hacemos, sin embargo, en la Santa Iglesia Catedral de Jaén, con la acogida de las reliquias, aquí hoy expuestas para su veneración. Lo hacemos con esta Solemne Eucaristía y con los actos que la han precedido: una Hora Santa ante las reliquias y un novenario, en el que han participado diversos colectivos.

La intención última de esta celebración en la que estamos participando no es otra que mostrar a todos el carácter diocesano de este acontecimiento y el deseo de que nuestra Diócesis de Jaén active su gratitud al Señor por el regalo que nos hizo en la vida de santidad del Beato Lolo. Sólo nos falta que la Pandemia nos deje y podamos, como está previsto, acercar las reliquias del Beato Manuel Lozano Garrido a todas las parroquias. En esa cercanía, todos tendrán la oportunidad de conocerle, de imitarle y de pedirle su intercesión, para que nos atraiga la ayuda del Señor para todos los problemas y dificultades que se pueda encontrar mientras recorre la geografía de esta tierra del Santo Reino. Especialmente, le pediremos a Lolo que se acerquen a él los enfermos, de los que es un precioso modelo.

Le damos gracias al Señor, en la clausura de este Centenario del nacimiento y bautismo de Lolo, porque esta celebración nos ha servido para conocerle más a fondo. Y, para concluir, os haré la semblanza humana y espiritual del Lolo que yo he conocido, al que  pongo como intercesor en estos últimos tiempos de mi ministerio episcopal entre vosotros. Lo haré con una especie de decálogo, en el que recogeré lo esencial del legado de Lolo.

1.Lolo es un modelo acabado de imagen y semejanza divina, es un ser humano que, desde que fue tocado por la gracia primera que recibió en la pila bautismal, creció en un estilo de vida que ya marcaría toda su existencia: vivió en Cristo Jesús.

2.  Lolo fue un niño, adolescente y joven que, con una apariencia normal, alegre e incluso traviesa, vivió comprometido con su fe y lo hizo en todas las situaciones en las que era necesario el testimonio y el servicio cristiano. Nunca se echó atrás en nada, aunque sus acciones supusieran un riesgo para él y para los suyos, como cuando hizo de Tarsicio distribuyendo la comunión.

3. En la Acción Católica, en su formación, compromiso y acción, se fue forjando un laico cristiano, que vivió con intensidad y hondura su vocación bautismal, en medio de las condiciones del mundo, esas que, para él, nunca fueron ni fáciles ni cómodas.

4. Siempre se sintió acompañado en el seno de la Iglesia, guiado por presbíteros santos y apostólicos; nunca huyó de los compromisos de la vida, en los que siempre estuvo con audacia y sin temor, incluso cuando en aquello que tenía que hacer y padecer tuviera un ambiente martirial. Por el atractivo humano y espiritual que tenía su vida en Cristo,  se convirtió en un acompañante y líder admirable de otros jóvenes. La amistad con Lolo reconfortaba y llenaba de Dios.

5. Vivió siempre con una profunda atención a la sociedad de su tiempo, también cuando, por la enfermedad, su mundo se redujo en el pequeño espacio de su habitación. Entonces su mirada fue más amplia y abierta ante las situaciones humanas, sociales y espirituales, a las que siempre estuvo tan atento, de tal modo que se convirtió en un verdadero experto en humanidad. Su programa de vida decía: Por la mañana desayunarás con el buen pan de Dios, y después, enriquecido por su milagro, distribuirás tú los panes y los peces de tu corazón. Hermoso lema: vivir recibiendo de Dios para dar amor de Dios a los demás.

6. Lolo vivió muchos años sintiendo el duro, lento y pertinaz camino de su enfermedad degenerativa, que le convirtió en un dolor viviente y en un sacramento del dolor. Aunque tenía una aguja en cada célula de su cuerpo, su vida siempre estuvo marcada por la Pascua del Señor. De ahí que la deformación física nunca pudo con su agilidad espiritual. “Pesa, pero tiene alas”, decía de su situación.

7. Atrae de un modo especial en él el tono vital de su existencia, que no estuvo nunca marcado por la tristeza, sino por la alegría; no por el llanto, sino por la iniciativa apostólica; no por la soledad, sino por la comunicación y la amistad con todos, grandes y pequeños, sanos y enfermos, pobres y ricos. Por eso decía tan lúcida y bellamente: restriega y lava tus ojos en la fe, para ver siempre a Cristo que vive en la persona que es buena, en la mediocre y en el pecador. Eso es vivir en Cristo para todos.

 

8. Lolo encontró en la escritura y el periodismo un cauce de expresión y comunicación de lo que vivía y sentía y de lo que podía ofrecer a los demás. Lo hizo en más de 800 artículos y nueve libros, en los que se irradia, en una belleza singular, su capacidad de contemplación de la creación y de la bondad humana.  En todos sus escritos manifiesta amor de Dios y la alegría del Evangelio y se muestra como un verdadero modelo de escritor y periodista cristiano. De la pluma del escritor Manuel Lozano siempre salían palabras de vida, de verdad, de justicia, de paz, de mansedumbre.

9. Lolo vivió una profunda espiritualidad Eucarística. la Eucaristía era para Lolo el secreto de su fortaleza interior: le transmitía la energía necesaria apara realizar su obra. Sentía su vida “tutelada” por Jesús sacramentado. En la enfermedad siempre pudo mantener un diálogo vivo con el Señor, justamente por la celebración de la Eucaristía en el altar que tuvo en su habitación. Era allí donde tenía “mesa redonda con Dios”.

10. La espiritualidad de Lolo era mariana. Lolo vive con profundidad la maternidad espiritual de la Santísima Virgen y se sentía bajo su mirada amorosa. Cuatro son los nombres de María que le acompañaron: la titular de su parroquia, Linarejos, patrona de la ciudad de Linares, la Virgen de Tíscar y Lourdes, donde peregrinó y donde sintió el milagro del consuelo como le sucede a todos los enfermos que en aquel bendito lugar se encuentran con la Madre del cielo.

Queridos diocesanos: Que Lolo siga vivo en vuestros corazones; si está con nosotros, Jesucristo ocupará el lugar que le corresponde y nuestra vida, como la de Lolo, tendrá olor de santidad. La esencia de su vida, de toda su existencia terrenal y celestial es “su vida en Cristo”.  Así sea.

 

+ Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Jaén

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