Homilía de la Misa del Jubileo de los Arciprestazgos de Alcalá la Real y de Segura

10 abril de 2016

Saludos…

1. Me alegra poder celebrar esta eucaristía con vosotros, sacerdotes y fieles de los Arciprestazgos de Alcalá la Real y Sierra de Segura, en este año jubilar de la misericordia.

Mi saludo para el Excmo. Sr. Obispo Emérito de Cádiz y Ceuta, Mons. Antonio Ceballos, Ilmo. Sr. Vicario General y Deán de esta Catedral, Arciprestes, sacerdotes, consagrados y al numeroso grupo de fieles presentes en este primer Templo de la Diócesis e Jaén. Gracias a todos por vuestro esfuerzo, sobre todo a los que han viajado hasta Jaén, y por la preparación de este encuentro. Gracias a quienes han colaborado para ello con sus sacerdotes, asimismo en la preparación de este acto litúrgico, y al coro que nos acompaña.

Recordemos desde aquí a los niños, personas mayores y enfermos de sus parroquias. Procuren los sacerdotes preparar con un esmero especial la pascua del enfermo en este año y colaborar con la Delegación de infancia y adolescencia en el encuentro diocesano de adolescentes, que celebrarán su Jubileo en el Santuario-Basílica de la Santísima Virgen de la Cabeza, el próximo día 14 de mayo, como estarán ya informados de ello.

2. Nos reúne el propósito de celebrar juntos el jubileo extraordinario de la misericordia convocado por el Papa Francisco para conmemorar y dar gracias a Dios en el cincuenta aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, que tanto ha supuesto para la renovación de la Iglesia. Siguiendo sus enseñanzas el propósito del actual jubileo es acercarnos al rostro misericordioso de Dios Padre, por medio, sobre todo de su Hijo Jesucristo, que murió por nosotros y vive para siempre.

Como escribe el Pontífice actual en su Bula de convocatoria: “siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia, fuente de alegría, serenidad y paz… Hay momentos, añade, en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre”.

De esto se trata precisamente y para eso nos convoca el Papa a este jubileo extraordinario. Para ello la preparación que ha precedido a este acto. Hemos venido en peregrinación hasta atravesar la puerta Santa de esta Catedral. Rezaremos juntos el Credo de nuestra fe, el Padrenuestro por las intenciones del Papa, confesaremos y comulgaremos dentro de los quince días antes o después de esta celebración y recitaremos juntos la oración del Año Santo.

Así alcanzaremos la Indulgencia especial que, como les habrán explicado seguramente, es una gracia singular que la Iglesia concede en cada jubileo –el último fue en el año 2000– para liberarnos de todos los residuos y consecuencias de nuestros pecados ya perdonados, habilitándonos e inclinándonos hacia el bien obrar, incrementando en nuestro interior el amor  hacia Dios y al prójimo. Fortalece esta indulgencia nuestra voluntad para no reiterar, una y otra vez, nuestros mismos comportamientos pecaminosos.

Que el Señor “rico en misericordia” llene nuestro interior de la capacidad y deseo que necesitamos para ser misericordiosos.

3. En la primera lectura que hemos escuchado llama la atención la fuerza de Pedro y de los demás apóstoles para predicar el Evangelio de Jesucristo. Al mandato de las autoridades judías de permanecer en silencio, de no seguir enseñando en el nombre de Jesús, de no anunciar su mensaje, responden que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Nada les detuvo, ni el ser asustados, ni ultrajados y hasta encarcelados. Anunciaron con audacia y valentía, hasta el final de su vida, lo que habían visto y oído a su Maestro.

Pero no quedó esto sólo en palabras, sino que, sobre todo, fue con su vida como anunciarían a Jesucristo sin descanso.

En el Evangelio proclamado Jesús pide a Pedro, por tres veces, que apaciente a su grey, con amor, le anuncia además: “cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras” (Jn 21, 18).

También a nosotros nos dirige esta mañana estas mismas palabras, sobre todo a los sacerdotes. No podemos apacentar y conducir el rebaño de Dios sin nuestra total disponibilidad, sin hacer cálculos ni programaciones personales a gusto propio. Esto vale también para todos los fieles. Por eso, cada uno de los que estamos reunidos podría preguntarse: ¿Cómo doy yo testimonio de Cristo en mi vida? ¿Tengo el valor de Pedro y los demás apóstoles de vivir obedeciendo y siguiendo la voluntad de Dios, por encima de todo?

En nuestras vidas de cristianos cualquier detalle es importante para ser verdaderos testigos de Cristo. Que quien nos escuche y observe pueda leer en nuestros actos lo mismo que dicen nuestros labios. Les decía san Francisco de Asís a sus hermanos franciscanos: Predicad el Evangelio y, si fuera necesario también con las palabras. Primero hechos, antes que palabras. Prediquemos con la vida. Nuestra incoherencia entre lo que decimos y hacemos, mina muchas veces la credibilidad de la Iglesia.

4. Caminemos juntos con Cristo. Sólo con Él podremos hacer este camino. Necesitamos permanecer a su lado como Pedro, Juan y los otros discípulos que permanecieron juntos en torno a Jesús Resucitado. Lo dice así el evangelista san Juan: “ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor” (Jn 21,12).

Se trata de un aspecto fundamental en nuestra vida, como discípulos de Cristo: nuestra relación íntima y familiar con Él, en diálogo diario y continuado, ¡adorándole! Nunca alejarnos, todo lo contrario, de la Comunidad parroquial. Crear comunión de verdadera familia abierta a la universalidad de la Iglesia.

Sobre esa intimidad en Cristo el pasaje del libro del Apocalipsis, que hemos escuchado, habla de adoración. Miríadas de ángeles, todas las criaturas, los vivientes y ancianos, se postran en adoración ante el Trono de Dios y el Cordero inmolado (cf. Ap. 5, 11-14).

¿Adoramos nosotros al Señor, o acudimos sólo a Dios para pedir por nuestras necesidades? Adorar significa aprender a estar con Él, pararnos a escuchar y dialogar con Dios, darle al Señor el lugar que le corresponde, estar convencidos de que es Él el único Dios en nuestras vidas. ¿Qué ídolos nos impiden, podemos preguntarnos, escoger a Dios como centro y camino de mi vida?

Ayer mañana abríamos en la Diócesis, un nuevo proceso por martirio. Son 130 testigos de la fe de esta Iglesia de Jaén que, en el siglo pasado, siguieron a Jesús Resucitado hasta el derramamiento de su sangre. A todos les conocieron bien en sus respectivas comunidades y parroquias. En todos aparece que Dios era el centro de su vida. No eran cristianos de mero nombre. Eran verdaderos santos “ocultos” que entregaron su vida perdonando como Cristo en la cruz.

5. Hermanos y hermanas: El Señor nos llama a seguirle con valentía y fidelidad. Nos ha elegido como discípulos suyos y nos invita a proclamarle vivo entre nosotros, mediante el testimonio de nuestra vida. Todo un honor. Nunca nos deja solos. Al confesar hoy todos juntos nuestra fe en el Credo, estaremos diciéndole “sí”.

Pido antes de terminar mis palabras, con plena confianza, que recen por mi Sucesor en esta Iglesia, D. Amadeo Rodríguez Magro. Hagámoslo todos los días para que ya desde este momento, antes de tomar posesión, se sienta animado a incorporarse en esta Iglesia milenaria el día 28 del próximo mes de mayo.

Que la Santísima Virgen de la Cabeza y san Eufrasio, junto al numeroso grupo de nuestros mártires, nos ayuden en este camino, intercedan por nosotros y acojan nuestras súplicas. Amén.

Compartir:

OTRAS NOTICIAS

Homilías de D. Ramón del Hoyo

Homilía del Obispo de Jaén en la Misa Crismal 2022

Es costumbre, en este día, reunirnos todo el presbiterio junto al obispo, a los diáconos permanentes, religiosos y un buen grupo de fieles, en la Catedral para la celebración de […]
Homilía del Obispo de Jaén en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

Homilía del Obispo de Jaén en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

Saludo al Ilustrísimo Cabildo Catedralicio, a los sacerdotes y a los religiosos que estáis presentes en esta hermosa celebración. Especialmente saludo a nuestro Seminario San Eufrasio, pues hoy celebramos a […]
El Papa Francisco se une a la felicitación del Obispo por sus bodas de oro sacerdotales

El Papa Francisco se une a la felicitación del Obispo por sus bodas de oro sacerdotales

Al concluir la solemne eucaristía del Corpus Christi, el Vicario General y Deán de las Catedrales de Jaén y Baeza, D. Francisco Juan Martínez Rojas, dio lectura a la carta […]
Exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco: «Querida Amazonía»

Exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco: «Querida Amazonía»

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL QUERIDA AMAZONIA DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL PUEBLO DE DIOS Y A TODAS LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD [pdf]   1. La querida Amazonia se muestra ante […]
© 2022 Diócesis de Jaén
Accesibilidad
logo