Fiestas patronales de San Juan de la Cruz en La Carolina
2 diciembre de 2015La tradición religiosa de veneración de los santos, extendida por toda la Iglesia, reconoce en ellos un estímulo y un ejemplo para la vida cristiana. Han sido cristianos ejemplares que han vivido en unión con Cristo, siguiendo su mensaje y han amado mucho a Dios y a los hermanos, ellos nos enseñan que todos los bautizados estamos llamados a la santidad. Son un referente para los cristianos de cómo se puede vivir en cualquier tiempo y época el Evangelio.
En este año dedicado a la Vida Consagrada, La Carolina ha celebrado las fiestas patronales de San Juan de la Cruz, ya próximos a la apertura del Año Santo del Misericordia. Han sido unos días especialmente dedicados a contemplar la vida y la obra de este poeta místico, doctor de la Iglesia, de este fraile carmelitano que anduvo por estos parajes de Sierra Morena y hoy nos sigue invitando a vivir en el amor, como indicara a una religiosa carmelita de Segovia, “…y adonde no haya amor, ponga amor, y sacará amor…”.
Durante estas jornadas se han desarrollado diversas actividades que han tenido como broche de oro la eucaristía presidida por nuestro Obispo y la procesión.
La celebración de la Eucaristía, presidida por D. Ramón del Hoyo López y concelebrada por sacerdotes de La Carolina, del arciprestazgo y de otras localidades, tuvo lugar en la Parroquia de la Inmaculada, en cuyo entorno estuvo ubicado el convento de Jesús María del Monte de la Peñuela del que hace cuatrocientos cincuenta años de su fundación.
Nuestro Pastor Diocesano en la homilía, saludó a los concelebrantes, a las autoridades y agradeció la invitación a estas fiestas realizada por la parroquia y la hermandad. Al referirse a fray Juan, habló de él como un nuevo crucificado, que unió su vida a la cruz de Cristo y en medio de su clavario, cantó al amor, admirando la Creación, la Naturaleza. Indicó como el patrón de esta ciudad, que fundara Carlos III, sigue dándonos en la actualidad una lección a través de sus versos.
“Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance…”
Pero no se quedó en las altura, sino que con la fuerza de esa unión íntima, bajó a los frailes dejando una profunda huella en sus obras y en la Reforma Carmelita. De Nuevo D. Ramón acudió a una estrofa del Cántico Espiritual para expresar el empeño de Juan de Yepes de encontrarse con el Amado, nada le detuvo:
“Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
no cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras”.
Al comentar los textos sagrados que se habían proclamado dijo como el don de ciencia nos ha de llevar a comprender la creación, que viene de Dios, que nos lleva a Él y aludió a la última encíclica del Papa Francisco que nos invita a vivir el misterio de la Creación. Comentó la carta de S. Pablo y el Evangelio y concluyeron sus palabras pidiendo al Señor por intercesión del santo carmelita descalzo, que impregnados por la sabiduría y la ciencia divina respondamos con nuestros talentos, haciéndolos que fructifiquen por el camino del Evangelio. San Juan de la Cruz, caminó con y junto a Cristo, rostro de la Misericordia de Dios e invocó a la Inmaculada para que nos acompañe en este peregrinar. Finalmente deseó a todos un feliz aniversario.
Quisiéramos destacar como en la Bula por la que el Papa Francisco convoca el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, en el número quince, en el que el Santo Padre nos exhorta a “realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales…” y nos manifiesta “Es mi vivo deseo de que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales”, cita unas palabras de S. Juan de la Cruz “en el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor” para señalar que “No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo par acompañar al que estaba enfermo o prisionero” (cfr Mt 25, 31-45).
Que todas estas celebraciones en torno a este testigo del Evangelio, nos lleven “a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre”. (MV 3) o como diría el santo poeta:
“Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio”. (Cántico espiritual.28).
Pedro Fº Criado Menor