Entrevista a las Hermanas Eucarísticas de Nazaret, María del Valle y María Cecilia
31 octubre de 2018– Fin de una etapa, inicio de otra… Desde vuestra perspectiva de consagradas con ese carisma eucarístico ¿Qué valoración hacéis de vuestro paso y estancia en la Diócesis de Jaén? ¿Qué ha supuesto en vuestra trayectoria vital?
María del Valle: Desde aquel final de septiembre del 2012 hasta el hoy del 2018, han pasado numerosos acontecimientos. Siempre, el hecho de salir de un lugar, donde has dejado parte de tu vida, en mi caso, 9 años en Valencia y recorriendo las numerosas diócesis limítrofes, al llegar a Jaén me encuentro con la Puerta de Andalucía, donde el cambio fue notorio, desde el punto de vista geográfico y territorial hasta las costumbres y modo de vivir la fe.
Aquí en Jaén me encontré, además de un singular mar plateado y tachonado de olivos, en medio de una tierra recia y fecunda, me encuentro con un pueblo sencillo, abierto, con sus gentes hospitalarias, de carácter recio y súper acogedores. Vine enviada por el Señor y me voy también enviada y obedeciendo, pero he de reconocer que mi vida se ha enriquecido, tanto a nivel personal, como afectivo, espiritual y pastoral. Ha supuesto un enriquecimiento del que siempre estaré agradecida a cada jiennense, a sus tradiciones, a este pueblo al que he intentado servir y dar lo mejor de mí misma.
María Cecilia: Para mi camino de seguimiento del Señor Jaén ha supuesto una etapa especial por varias razones. En primer lugar, ha sido el primer destino al que fui enviada después de los años de formación inicial, la Diócesis que acogió mis primeros pasos fuera del contexto de la casa de formación. En segundo lugar, durante mi estancia en Jaén tuvo lugar un acontecimiento fundamental para mi vida de consagración que fue la preparación y realización de mi Profesión Solemne, los votos perpetuos, que son ese compromiso definitivo con el Señor en la vida religiosa. Eso sin duda me ha marcado. Nunca olvidaré que ha sido en esta tierra del Santo Reino donde viví todo ese proceso de preparación inmediata a ese momento tan importante para mí. Estoy muy agradecida a todas las personas que, quizá sin saberlo, me acompañaron en esa etapa. Algunas lo hicieron con sus palabras, otras con sus gestos, otras con su alegría y su oración. Y especialmente agradecida al sacerdote de la Diócesis que me acompañó durante todos estos años. Pero además, mi paso por Jaén ha sido una etapa de nada menos que 8 años (¡nunca pensé que iban a ser tantos!) y eso ha dado para mucho: muchos rostros, muchos nombres concretos, mucha vida compartida, tristezas y dolores, gozos y esperanzas, diálogos, proyectos, trabajo en equipo ¿cómo no reconocer que eso queda grabado en tu biografía? ¿cómo olvidarlo? Durante estos días de “despedida” y de balance me han venido a la mente fundamentalmente tres palabras: crecimiento, aprendizaje y agradecimiento. Creo que son un buen resumen de todo lo que me llevo de la tierra del olivo.
– Muchos años, muchas experiencias, mucha labor con las personas, mucho hacer presente al Señor en el Sagrario… contadnos, con qué os quedáis? ¿Qué ha sido de esos recuerdos que siempre guardaréis en el corazón?
María del Valle: Personalmente me quedo con la satisfacción del deber cumplido. Cuando una llega a un lugar donde, salvo las hermanas de la Comunidad que quedaron, te conocen y nadie más, entonces sólo queda: ver, observar, estar abierta, acoger, ser tú misma, dar lo mejor sin esperar nada, rezar e intentar ser mediación de paz y alegría, ser cauce de encuentro con Jesús Eucaristía, en el barrio, en la librería, en la calle, en la radio, en los pueblos y parroquias, con las personas afines a la fe y al carisma, entre los alejados, con los consagrados, sacerdotes y laicos. Y poco a poco, he sido siendo testigo de cómo Señor fue abriendo caminos y oportunidades para continuar eucaristizando, la tierra que piso y las personas que trato, con el matiz propio del carisma eucarístico reparador, como regalo y gracia para la Diócesis y desde mi pequeñez y mi ser de consagrada. Me quedo también con el testimonio de hambre de Dios que tiene este pueblo y la fe que cuida y transmite, según sus posibilidades. Me quedo con la experiencia recibida de hospitalidad, acogida y cariño que, abiertamente, me habéis manifestado, tantas personas que ya pasaron y nos dejaron, pero que permanecen vivos en mi alma. Me quedo con la unión de sentimientos que experimenté ante el fallecimiento de mi padre, y por el que tanto se ha rezado. Me quedo con el detalle de puertas abiertas a las Nazarenas, donde hemos tenido y tenemos cabida siempre y con los brazos abiertos para colaborar sencillamente con lo que somos y tenemos al servicio del Pueblo de Dios. Me quedo con la suerte de haber vivido el antes, el durante y el después de la canonización de San Manuel estando aquí, en la tierra que me acogió una noche de luna llena.
María Cecilia: ¡Qué pregunta difícil! ¡Me llevo tantas cosas! ¿Cómo resumir eso sin dejarse nada? Creo que una de las cosas más valiosas que me llevo es la experiencia de compartir el camino de fe con personas tan diferentes y en situaciones tan diversas, desde niños muy pequeños de los que he aprendido mucho, pasando por adolescentes y jóvenes que siempre me han aportado frescura y autenticidad en la vivencia de la fe, y por los adultos que me han ayudado a confrontar mi camino de seguimiento, hasta los ancianos con los que he tenido el regalo de compartir y disfrutar de su sabiduría. También me llevo la experiencia del encuentro con personas que no conocen a Jesús o no creen en Él y la oportunidad que me brindaron de compartirles la Buena Noticia, desde la sencillez, algunas veces con palabras otras sin ellas.
– Habéis trabajado no solo en Jaén, sino en toda la Diócesis. Se han sumado muchas mujeres a esa labor silenciosa y orante de las Marías de los Sagrarios. ¿Qué relación tiene Jaén con la Eucaristía?
María del Valle: Es verdad que no solo en las parroquias de la ciudad, sino que han sido numerosos los pueblos y parroquias frecuentados, donde hemos llevado contenidos formativos, hemos compartido y celebrado la fe, especialmente donde hay presencia de Marías de los Sagrarios, niños de la RIE y jóvenes de la JER, e incluso Misioneras Eucarísticas Seglares. Esta Obra que está muy viva y sigue creciendo y dando frutos, poco a poco, no solo en número (este curso se incorporaron 87) sino en calidad de vida eucarística y parroquial. ¡Cuántas vocaciones sacerdotales y consagradas se han debido a las madres y abuelas que fueron y son mujeres eucarísticas y entregadas! Desde mi experiencia por otras diócesis, aquí no solo percibo sino que constato que los miembros de la UNER y en general, pertenecen a un pueblo de fe recia y eucarística. Se busca la presencia sacramental, se necesita al Señor, se sabe estar ante él. Sólo el ver cómo está cuidada la casa de Dios, no sólo a nivel material sino en detalles, ornamentación, calor de presencia y proyección de vida solidaria, atención a los enfermos, llevándolo la Sagrada Comunión, la implicación incondicional en la catequesis y el cuidado por vivir y mantener la dignidad de la liturgia, la atención a los más necesitados y abandonados, la disponibilidad y colaboración con sus párrocos y el aprecio a su Pastor. Hablo de lo que he visto, oído, tocado y palpado y doy gracias a Dios por ello. Es verdad, siempre se puede caminar mejor y crecer en comunión e implicación.
– Y ahora una nueva etapa… Madrid. ¿Qué esperáis de vuestro nuevo destino? ¿En qué se va a centrar vuestra labor?
María del Valle: Por mi parte, a lo largo de estos 6 últimos años, he estado viajando con frecuencia a Madrid como Delegada general de la Institución Seglar, pero después de nuestro XII Capitulo General este verano, se ha elegido nuevo equipo de Gobierno y parece ser que el Señor le sigue gustando sorprender y ha puesto sus ojos en mi como Consejera y Delegada Internacional de la UNER, la rama de laicos de la Familia Eucarística Reparadora. Todo esto conlleva un trabajo más intenso y una movilidad más frecuente, con lo cual, se vio mejor el traslado a Madrid para un mejor desempeño de la misión, que consiste en animar, organizar, fortalecer, viajar y visitar los diversos países donde tiene presencia carismática laical: España, Italia, Portugal, Bélgica, Argentina, México, Perú, Venezuela, Ecuador, Cuba, etc. y donde el Señor quiera abrir camino a la eucaristización.
María Cecilia: Madrid nos espera con nuevos retos. En mi caso, la coordinación de la pastoral infantil y juvenil de la Congregación, y la colaboración en la Editorial El Granito de Arena. Todo un mundo de proyectos, expectativas y esperanzas. También con la carga de incertidumbre y de temores que conlleva toda nueva etapa y todo comienzo. Pero la certeza de que el Señor es el arquitecto de la obra despeja toda inquietud. Nosotros vamos a trabajar en aquello que Él nos encomienda, intentando dar lo mejor de nosotras mismas, pero sabemos que Él tiene los planos y la dirección de la construcción, así que estamos tranquilas. Contamos con su gracia.
– Os vais, pero son dos nuevas hermanas las que se incorporan a la comunidad de Nazarenas de Jaén: Julia María y María Daniela. ¿No las presentáis?
María del Valle: Desde aquel 1963 hasta nuestros días, Nazaret de Jaén sigue en pie y con mucha ilusión en esta querida Diócesis que san Manuel González tanto quiso y visitó, concretamente invitado por el Obispo Beato Manuel Basulto para la Coronación de la Virgen de la Capilla, 11 de junio de 1930. Actualmente permanecen cuatro Hermanas Nazarenas, dos de ellas: Hna María Carolina de México y María Concepción de Portugal se convierten en las veteranas y reciben a la nueva superiora Hna Julia María, española que hace unos 15 años aproximadamente ya estuvo aquí y llega de su tierra natal Palencia y Hna María Daniela, de Argentina, juniora (etapa formativa de tres años, inmediata a la profesión perpetua) que llega desde Zaragoza. Es providencial que se hayan mantenido las nacionalidades de la etapa que terminamos y el espíritu fraterno y apostólico que con certeza seguirán disfrutando y alimentando en medio vuestro, ellas seguirán trabajando por consolidar la Obra de San Manuel González en la diócesis, que no pretende otra cosa que estar y llevar muchos hermanos al Sagrario, a la Presencia sacramental para adorar y salir para servir. Ellas seguirán eucaristizando los caminos de Jaén. Agradezco la acogida y el cuidado de esta Obra que tanta raíz y fruto sigue dando en Jaén.
María Cecilia: Dos nuevas hermanas que llegan con alegría para servir al Señor y a cada uno de vosotros. Es una riqueza impresionante lo que cada una tiene para aportar y creo que son un regalo para la Diócesis (¡toda persona lo es!). Descubrirlo y vivirlo así nos ayuda a ver en cada uno todo lo que tiene para aportar. Y ellas vienen con deseo de sumar, de ofrecer lo que el Señor gratuitamente ha puesto en sus manos precisamente para entregarlo también gratuitamente. Y vienen con la apertura necesaria para acoger todo lo que la Diócesis tiene para darles, que sin duda es mucho. Será un enriquecimiento mutuo.
– Y ya por último. Habéis estado presente de forma activa en la vida de la Diócesis. Bien a través de la librería; de las Delegaciones de Juventud, Catequesis, de la COPE… Conocéis la Iglesia de Jaén, cómo se trabaja… ¿qué valoración hacéis de la Iglesia de Jaén, de la Diócesis?
María del Valle: Nuestro estilo de vida Nazareno quiere ser desde la sencillez y la acogida, nos gusta y atrae el trato con cada persona, como portadora del Señor y a la que debemos respecto y cuidado, por eso hemos intentado siempre cuidar nuestras relaciones y testimonio como mujeres, como consagradas y eucarísticas, con la certeza de que somos barro pero abiertas a la gracia y a la comprensión de quienes nos tratan, lo cual aprovecho para agradecer.
Del mismo modo quiero expresar mi gratitud por esa confianza que habéis depositado en nosotras para colaborar activamente en la Diócesis y en los diversos sectores y delegaciones, cómo no hacer especialmente un énfasis a la posibilidad de transmitir por las ondas de radio Cope, en Iglesia Noticias, ese breve espacio Con mirada diferente, que con tanto cariño he intentado preparar y ofrecer a todos los oyentes del domingo mañanero. Gracias a los responsables de los Medios de Comunicación por dejarme poner voz a la Buena Noticia del amor de Dios, perpetuado en la locura de la Eucaristía.
Esta Iglesia nuestra de Jaén tiene un horizonte muy grande. Pido a cada jiennense que no se duerma, que reavive el don de de Dios que hay en cada uno, que en el fondo del corazón de cada persona, creyente o no creyente, niño, joven, adulto o anciano hay un latido común: buscamos la felicidad y muchos de vosotros habéis sido agraciados por el don de saber dónde está el Manantial y no nos lo podemos callar. No cabe ni el pesimismo, ni la desgana, y el cruzarnos de brazos. La Iglesia de Jaén tiene un potencial muy grande y hemos de dejar que la audacia misionera sea el resultado del desbordamiento del encuentro personal y comunitario con Cristo vivo, de una formación sólida e integral y del testimonio de amor incondicional a cada hermano, especialmente al más necesitado. Así, sí, la sociedad se interpela y se despiertan las conciencias adormecidas de nuestros hermanos y provocamos entre todos la vuelta a Cristo, Camino, Verdad y Vida.
Que el Señor bendiga este pueblo con abundantes vocaciones sacerdotales y religiosas y custodio vuestras familias en la paz y la armonía de un corazón tocado por el Evangelio.
Gracias a todos por permitirme marchar de la tierra del Santo Reino más rica y más de la mano de María, mujer eucarística, nuestra Señora de la Capilla.
Seguiremos en contacto, nuestro punto de encuentro, ya sabéis, el Sagrario junto a Jesús.
Os deseamos que el Señor os siga guiando, y que en ese pasar de los años, pronto pueda volver a poner a Jaén en vuestro camino misionero.