Encuentro festivo de los profesores de religión de la Diócesis de Jaén
20 abril de 2009A las 10,30 horas, del sábado 18 de abril de 2009, estaba convocado el encuentro. Y allí puntuales fuimos llegando desde distintos puntos de la Diócesis de Jaén a la Plaza de la Parroquia de San Pedro y San Pablo de Quesada, para celebrar, el profesorado de Religión y Moral católica, el encuentro festivo de Pascua. Como cada año, la convivencia constituía el centro del grupo. Familiares y amigos nos acompañan. A medida que avanzaba el día, el sol se abría paso entre la niebla para dejarnos ver los bellos paisajes de la Sierra de Cazorla.
La Parroquia de San Pedro y San Pablo hace de balcón a un inmenso mirador de cerros y olivares que tiene a sus espaldas. Y allí, acogidos por la Virgen del Rosario, se inició la jornada con la oración de la mañana. La Delegada Episcopal para la Enseñanza recordaba algunos de los objetivos el día: Celebrar la pascua de Resurrección; felicitar a Ntra. Sra. María la Madre de Jesús, por la Resurrección de su Hijo y la convivencia fraterna.
El equipo del profesorado de la zona, tenía todo bien organizado y dispuesto. Nos indicaron las distintas posibilidades que Quesada nos ofrecía: pasear para conocer calles típicas, su trazado, los adornos florales, la belleza de sus casas encaladas de blanco; visitar el Museo de Rafael Zabaleta donde admirar su pintura y partir para Tiscar.
Allí, en el Santuario, el presidente de la cofradía de la Virgen nos abre todas las puertas al gran grupo, más de noventa personas, y da la bienvenida a todos los asistentes. Con la Patona de la ciudad celebramos la Eucaristía. La presiden dos sacerdotes de la zona, también son profesores de Religión. El lugar nos invita a la oración. El sumo cuidado que habían puesto en la preparación, nos llevó a sentir la fuerza de la oración de los todos los presentes, y la presencia del Señor en medio de su pueblo. Los niños también encontraron su modo de participar.
El sol y el buen tiempo nos permitieron compartir las ricas y espléndidas viandas que cada cual aportó para la comida fraterna. Es un acto simpático, agradable y generoso por demás. No falta la conversación amena ni el lucimiento de la cocina de los mejores fogones. Algunos vecinos y amigos del pueblo se unieron al festín. Todos éramos uno. Llegan visitas a saludarnos y con la palabra agradecida bajamos a la cueva del agua. Se suceden las fotografías, las cascadas, los arroyuelos que con prisa dejan discurrir sus aguas acequias abajo. Todos deseamos llevarnos la mejor imagen, la retina limpia por la belleza del entorno y el recuerdo agradecido, acompañado de la promesa de volver a reunirnos el próximo curso en otro encuentro pascual, lúdico y festivo semejante a este.
Gracias a todos.
La Delegación Episcopal de Enseñanza