El Seminario celebra el XXX Cursillo Diocesano de Monaguillos
11 julio de 2011 Entre los días 7 y 10 de julio, 21 niños han convivido en el Seminario Diocesano de Jaén, durante la celebración del XXX Cursillo Diocesano de Monaguillos.
“El objetivo primordial de este cursillo es que los chicos se lo pasen bien con nosotros, que aprendan a ser buenos monaguillos, como debe de comportarse en la eucaristía… pero no nos quedamos sólo en eso. Buscamos que se ejerciten físicamente y, también, el motivo vocacional es importante para nosotros. Queremos invitarles a pensar y que le pregunten al Señor qué quiere de ellos… En los días de la convivencia intentamos que los niños piensen si el Señor les está llamando a algo especial, y seguramente sea así”, explica Juan Antonio Casas, Seminarista Mayor y monitor del cursillo.
En la XXX edición del cursillo han participado niños de Baeza, Jimena, Jaén, Pegalajar, Sabiote, Manzanares y Linares. A lo largo de estos cuatro días los chicos han podido conocer más a fondo la vida del Seminario. “Aunque conocen la vida vacacional del Seminario, conocen la estructura de la casa y a las personas que la formamos, a esta gran familia del Seminario”, continúa Casas.
Entre los actos programados había actividades de lo más variadas: misas, oraciones, catequesis, así como multitud de actividades lúdicas. “Como buenos monaguillos deben ir a misa, y la oración es muy importante. Pero no nos quedamos ahí. Es importante en un niño que haga ejercicio físico, que se lo pase bien y que conozca a gente fuera de su entorno, y que mejor que conocerse en el fútbol, en el balonmano o en los juegos de piscina”.
Asimismo, este tipo de encuentros pretende inculcar una serie de valores como el compañerismo, la solidaridad o la fraternidad. “Lo más importante de un monaguillo es su comportamiento, pero no sólo en el altar, sino también fuera de la parroquia. Mediante estos encuentros intentamos también inculcar una serie de valores para que el muchacho sea ante todo buena persona, sea generoso con los demás, sepa ayudar al que lo pasa mal … En definitiva, que sean monaguillos de verdad”, asegura Juan Antonio.
“Un monaguillo debe ser testigo de Jesús, tanto en el altar, como fuera de él. Es un trabajo importante de la comunidad cristiana y la Iglesia. Son los que están alrededor del sacerdote para ayudar y ver ese misterio de la consagración. Creo que uno de los aspectos fundamentales de un monaguillo es que siempre sepa ayudar y esté cerca del sacerdote para ir aprendiendo cada vez más cosas. Además, debe dar a conocer a Jesús en su entorno. Creo que puede ser un buen método para plantearse la vocación o la llamada que el Señor pueda hacerles”, explica José Navarrete, monitor y Seminarista Menor.
Una de las actividades más interesantes y entrañables es el encuentro con los padres, durante la jornada del domingo. “Es costumbre que el último día, cuando los padres vienen a recogerlos, compartan con nosotros un rato. Celebramos la eucaristía y después pasamos al salón de actos donde ponemos un vídeo para que los padres puedan ver y disfrutar de lo que han hecho sus hijos durante la convivencia. Este año, además, tenemos previsto que dos niños den el testimonio de estos días y cuenten cómo se lo han pasado. Es una fiesta entrañable, como todo lo que se hace con los niños y sus padres, siempre se escapa alguna lagrimilla”, comenta el Seminarista Mayor.
Desde el Seminario Diocesano se organiza este cursillo anualmente, así como los Encuentros Vocacionales ‘Manuel Aranda’, cuyo último fin es incidir en la posible vocación y ayudar a los chicos en su camino hacia la fe.