El Obispo lleva la Nochebuena a la prisión
24 diciembre de 2018Hay lugares en los que hoy también se celebra la Nochebuena. Rincones de la ciudad donde se montan bellos Nacimientos; en los que de una manera particular se extraña a los seres queridos; en los que esta noche no habrá felicitaciones por WhatsApp; pero donde también nacerá Jesús. Ese lugar es la prisión. En la que, a lo largo de toda la mañana, los más de seiscientos internos que cumplen condenan han podido descubrir, de la mano del Obispo de Jaén, el verdadero sentido de la Navidad.
Pasaban las 9:30 cuando el Obispo, Don Amadeo Rodríguez Magro, ha cruzado los controles de acceso y seguridad que dan paso a la cárcel. Allí lo esperaba la subdirectora de Tratamiento, Virginia Gómez y el Jefe de Servicio. Después de saludar y felicitar la Navidad a los funcionarios, ha entrado en el primero de los nueve módulos que ha visitado en esta mañana de Nochebuena, el módulo de enfermería. La emoción pronto se ha visto reflejada en los rostros de los internos. Privados de libertad, que en estos días sienten las emociones reavivadas al calor de los recuerdos e intensificadas por la ausencia de sus familias. El Prelado ha tenido gestos de cariño y cercanía con todos ellos. Les ha explicado que Cristo ya los tuvo presente en su proyecto de vida, como recoge el Evangelio de San Mateo, «Estuve en la cárcel y vinisteis a verme» y que él también los tiene presentes en sus oraciones.
Durante el Adviento y acompañados por los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria, que dirige el sacerdote D. José Luis Cejudo, así como por los monitores, los internos han levantado, en cada uno de los módulos, unos preciosos Nacimientos artesanales. En todos ellos faltaba el Niño Jesús, que el Obispo ha bendecido y colocado ayudado por los internos, para después entonar unos villancicos. Algunos a capella y otros acompañados por guitarras y cajones.
Don Amadeo ha sido recibido por todos los internos con mucho cariño y agradecimiento por su visita, a la vez que el Prelado jiennense ha expresado que es uno de los momentos que vive con más intensidad y que le llegan al corazón: visitar la cárcel y hablar con los presos. Les ha recordado que, como ellos, es sólo un ser humano más, pero que viene en nombre de Ese que esta noche nace, de Cristo Jesús. Toda vez que le ha recordado que cuando estén tristes, cuando la desesperanza les venza, cuando la soledad se cierna sobre ellos, piensen que hay Jesucristo cree en ellos, confía en ellos y vino para salvarnos a todos, incluidos los que están privados de libertad. “Confiad en Él, porque Él lo hace en vosotros”.
l Obispo al entrar en cada uno de los módulos estrechaba la mano de cada uno de los internos a la vez que le preguntaba por su procedencia. A su vez, un representante en nombre de todos sus compañeros ha puesto voz a lo que los presos querían trasmitirle. Algunos de viva voz y en otras ocasiones a través de cartas en las que condesaban sus deseos para estas fechas: “que los odios y los rencores desaparezcan de nuestras vidas, que recuperemos aquella fiel sonrisa, que los colores adornen nuestro mundo, ese donde podamos ir sin miedos, libres de esas cadenas, ver un cielo claro y azul”. Otro ha escrito: “Sé que ésta es una noche para estar con la familia, por lo que animo a todos aquellos que se sienten angustiados, que no se rindan y tengan fe y aprovechen este tiempo para cambiar sus vidas y encuentren un futuro mejor”. En otro módulo los internos han querido agradecer su presencia al Obispo porque “momentos como el que usted nos ofrece visitándonos, nos hacen olvidarnos, momentáneamente, el lugar en el que nos encontramos”. Otro grupo le decía al Obispo que con su visita “nos demuestra que nos tiene en consideración y se acuerda de nosotros y nos da esa fuerza para sentirnos más queridos y valorados”. Al finalizar de leer el mensaje, Don Amadeo se fundía en un abrazo entrañable y sentido con el representante del módulo que hacía extensivo al resto de los presos.
Uno de los últimos módulos en visitar ha sido el de mujeres. Con panderetas y entonando un villancico popular lo aguardaban en la puerta. El Obispo se ha emocionado con las palabras de una interna. De origen ucraniano, lejos de su familia y de su patria, ha expresado en voz alta que espera que “esa sociedad, a la que hemos causado daño y sobre todo nuestras familias nos permitan regresar, de nuevo, ahí donde pertenecemos, y hacerles ver que no es la condena lo que cambia, sino el darse cuenta, y volver a valorar aquello que ya habíamos olvidado: nuestras vidas, nuestro padres, nuestros hijos…”. Todos los internos, también, han querido mostrar su agradecimiento a la labor que realizan los funcionarios de prisiones.
El Obispo en esta ocasión ha querido estar acompañado, además de los voluntarios; del Delegado de Pastoral Penitenciaria; de la capellana de la cárcel de los dos nuevos diáconos, para que conocieran de cerca esta otra realidad, la que tendrán que acoger, también en su servicio pastoral en pocos meses cuando sean ordenados sacerdotes. En este sentido ha recordado que los presbíteros deben estar, particularmente, en estas fechas, al servicio de los demás.
El módulo de ingreso ha sido la última parada en su visita, ya al filo de la una de la tarde. El miedo ante lo desconocido. Las fechas tan significativas en las que estos hombres han entrado en prisión y la visita del Obispo, han sido más que suficientes para que las lágrimas brotaran de sus ojos al encontrarse con el Prelado. Allí también le han deseado a Don Amadeo feliz Navidad, y con un villancico espontáneo ha concluido esta mañana de Nochebuena.
Qué mejor manera de preparar el pesebre que en esas periferias existenciales de las que habla el Papa Francisco. Lugares como la cárcel, que a pesar de estar adornadas con motivos navideños falta el calor del hogar, el cariño de la familia y el encuentro con los seres queridos.