El “espíritu navideño” y la literatura
23 diciembre de 2024Lo que se ha dado en llamar “el espíritu navideño” ha quedado registrado en obras literarias de un gran número de escritores de la literatura universal, especialmente en la cultura occidental. De todos ellos, y entre los que podríamos considerar “canónicos”, se encuentra “Regalo de Navidad”, de Charles Dickens. El novelista inglés es un paradigma de la literatura victoriana, y como tal, recoge en este libro la clave para interpretar la mayoría de los cuentos navideños que nos vienen de la cultura inglesa y norteamericana. Caídas en desusos las celebraciones basadas en tradiciones medievales, desaparecida de la esfera pública la fe, queda este espíritu de Navidad que responde a una necesidad del ser humano moderno que se resiste a abandonar una cierta ingenuidad al mirar al mundo. Lo dice expresamente con estas palabras “Es un buen momento; un tiempo amable para perdonar, para querer, para entregarse. El único momento del largo año en que hombres y mujeres parecen ponerse de acuerdo para abrir libremente sus corazones cerrados, para considerar a otras personas de diferente clase social como si fueran compañeros del mismo viaje a la tumba, y no extraños de otra raza en otro viaje diferente”. Dickens escribió este famoso texto en 1843. Más tarde, en 1851, lo completaría con un breve ensayo titulado “La Navidad cuando dejamos de ser niños”, éste casi desconocido por el gran público lector.
LA NAVIDAD Y OTROS NOVELISTAS RELEVANTES. Hay otros grandes escritores contemporáneos que han escrito narraciones navideñas relevantes. Es el caso de O. Henry en “Los regalos de Navidad”, o “La pequeña vendedora de fósforos” de Hans Christian Andersen. También el converso británico C.S. Lewis lo hacía en “El León, la bruja y el armario” o en sus “Crónicas de Narnia”. Y el gran novelista ruso Vladimir Nabokov lo hacía en su “Cuento de Navidad”. Entre otros más destacan “Navidades trágicas”, de Agatha Christie: “El cascanueces y el Rey de los ratones “, de Ernest Hoffman, “Un recuerdo navideño”, de Truman Capote, o “Vanka”, de Antón Chéjov. Y podríamos sumar otros muchos nombres de la literatura europea y latinoamericana. Podría decirse que son pocos los escritores, creyentes o no, que no hayan dedicado algún texto de su producción literaria a la Navidad. Incluso desde la orilla de un no creyente como es el caso de Sartre en ese cuento tan vivo suyo “Bariona, el hijo del trueno”, una obra teatral que el filósofo existencialista francés escribió en 1940 con el genocidio judío de fondo.
LA GRAN LITERATURA ESPAÑOLA Y LA NAVIDAD. Y la gran literatura española de finales del siglo XIX y comienzos del XX, alimentada por la corriente victoriana mencionada, recoge ese “espíritu navideño” con vitola propia de España. Lo hicieron Clarín, en su cuento “La noche mala del diablo”, Galdós en “La mula y el buey”, la Pardo Bazán en “Cuento de Navidad y Reyes”. También y de esa época llamada la “edad de plata “de la Literatura española son “La adoración de los Reyes” de Valle Inclán, “La Nochebuena del poeta”, de Alarcón, “Lo que llevaba el rey Gaspar”, de Azorín, “La Noche de Navidad”, de Pereda, y dos más de dos escritores más desconocidos como “Nochebuena” de Joaquín Dicenta o “Noche de Reyes”, de Ortega y Munilla, padre del filósofo Ortega y Gasset.
UN APENDICE JAENERO. Y es ya un clásico la gran novela “Navidades en Madrid y noches entretenidas, en ocho novelas” de la escritora Mariana de Carvajal, nacida en Jaén en el siglo XVII y una de las mujeres pioneras en el mundo literario español. Ésta su obra emblemática continúa editándose en la actualidad.
Y UN CIERRE DE GARCÍA MÁRQUEZ: Dice así en uno de sus textos el escritor colombiano: “La Navidad es la alegría por decreto, el cariño por lástima, el momento de regalar porque nos regalan, o para que nos regalen, y de llorar en público sin dar explicaciones”. Acertado o no en su afirmación, cabe decir que es una época del año que a nadie deja indiferente, es fácil encontrar detractores acérrimos de esta fiesta, pero también gente entusiasta. Alegría, bondad, nostalgia, tristeza… la Navidad puede despertar dispares sentimientos y servir sin duda como escenario de infinitas historias. La literatura, que no es indiferente a esta capacidad evocadora, se ha servido en no pocas ocasiones de estos días para acercarnos a sus páginas.
Juan Rubio Fernández
Sacerdote, escritor y periodista