El “Códice de Andújar” preciada huella sanjuanista

3 junio de 2024

En el Inventario del Archivo Parroquial de Santa María de Andújar consta un pequeño librito manuscrito, escrito de puño y letra por San Juan de la Cruz (1542-1591), intitulado como “Dichos de Luz y Amor. Avisos y sentencias espirituales”, y que es hoy conocido como “Códice de Andújar”. Vengo aquí hoy, y de forma escueta, a hablar de él, de su descripción, contenido y travesía histórica.

 Se trata de un manuscrito de trece hojas, de algo más de 14 cm de alto por 9,5 cm. de ancho, que van escritas a doble cara y con numeración en las hojas impares. Las once primeras hojas, con desajustes en la numeración, contienen un texto autógrafo de finales del siglo XVI. Le siguen otras dos hojas, también manuscritas a doble cara, aunque con numeración independiente, que contienen, con las mismas medidas, otro texto, aunque de fecha posterior, y ya del siglo XVIII que tratan de su autentificación como obra originalmente escrita por el santo reformador carmelita Ya entonces, a mediados del XVIII iban las hojas cosidas con hilo fino y forradas en tela roja de seda con dibujos de perlas incrustadas formando los símbolos de Jesús y María. El manuscrito fue restaurado en el Centro Nacional de Restauración de Libros y Documentos de la Dirección General del Patrimonio a instancias del P. Juan Bosco de Jesús, con la autorización expresa del entonces Obispo, Miguel Peinado y la disponibilidad del párroco Don Fernando Caballero. Actualmente está en un estuche de madera forrada de cuero fino que se guarda en una caja de madera que tiene incorporado un sistema de humificación.

El Padre Crisógono de Jesús O.C.D. en su “Vida y obras de San Juan de la Cruz” nos dice sobre su contenido: “Son los escritos primeros del santo verdaderas ideas seminales. (…) tienen una poderosa fuerza sintética de lo que más tarde va a desarrollar y que repetirá hasta literalmente en sus grandes tratados. Pertenecen a los años 1.578-1580, años en los que vivió en el Calvario de Beas de Segura y también en Baeza. Escribía para completar la dirección espiritual que impartía a los religiosos y a las monjas carmelitas que se le confiaban. Sabemos que, ya desde Ávila, conservó la costumbre de dejar escritas en retazos de papel, otras tantas frases y sentencias espirituales dirigidas a determinados sujetos. “

Para su trayectoria conviene una previa y breve contextualización. A las puertas del invierno de 1591, en la media noche del 13 al 14 de diciembre, “en la más pobre y estrecha celda” del convento de Nuestra Señora del Carmen de los Padres Carmelitas Descalzos de Úbeda, rodeado por el cariño de unos pocos frailes, y vejado hasta el último suspiro, por un prior autoritario y rencoroso, cuando las campanas del esquilón del templo del Salvador daban el toque de maitines, fallecía, antes de llegar a los cincuenta años, fray Juan de la Cruz. Nueve años antes había muerto Teresa de Jesús con el corazón partido viendo cómo el gobierno de su gran aventura reformista se le había ido de las manos; que los Descalzos estaban divididos; y que Gracián, “el desaguadero de su alma”, no accedía a retornar desde Andalucía a Castilla a su otro gran fraile de confianza, fray Juan, que, como escribió en una misiva epistolar “ya puede sufrir aquella gente (…) y harto está de padecer”. Aunque cuando murió estaba “exiliado, vituperado y encausado”, dejaba en pie 31 conventos reformados. De ellos, seis estaban en el Reino de Jaén: La Peñuela (1573), Monte Calvario ( 1576) Baeza ( 1579), La Fuensanta ( 1583)Mancha Real ( 1586) Úbeda ( 1587),  y podrían haber sido siete, si el último, cuando él ya estaba en los márgenes de las decisiones, el erigido en el Santuario de la Virgen de la Cabeza de Andújar un año antes de su muerte, no se hubiera truncado en razón de un conjunto de intereses ajenos todos ellos a las líneas reformadoras En 1594, dos años después de su muerte, se abría , en “las casas traseras del palacio de Don Luis Albarracín, y de su propiedad, hoy habitadas por familias menesterosas a su amparo y  que por no pocos años sirvieron de convento de los Padres Trinitarios hasta su mudanza al nuevo convento”. Todo apunta a que el manuscrito llegó a Andújar de la mano de Fray Miguel de Jesús, “El Extático”, quien fue destinado al nuevo convento de Andújar desde Úbeda en donde había sido testigo de la muerte del santo, a quien lo visitaba con frecuencia en la enfermedad y que guardó algunos de los textos de entre los muchos que fueron pasto de las llamas, dado su escaso volumen y sin encuadernación, fácilmente de transportar enrollado en el cinturón de cuero. Dado el peligro que corría el texto de ser requisado, debió entregarlo al patrón del convento y fundador, Luis Albarracín, admirador del santo. Durante siglos ha venido siendo propiedad, ligada al mayorazgo, de sus descendientes en tanto herederos de varios linajes de la nobleza andujareña. Y lo fue hasta que, en 1918, pasó a ser propiedad de la Parroquia de Santa María la Mayor de Andújar, por donación de Rafael Pérez de Vargas, Conde de la Quintería, quien lo guardaba de la dote de su primera esposa, fallecida en 1912 y que había sido la última propietaria del manuscrito. Fue en 1924 cuando se publicó por vez primera la transcripción del texto con las primeras planchas fotográficas de algunas páginas. Y fue de mano del Doctor en Letras francés:  Jean Baruzi, discípulo del modernista Loisy: “Aphorismes/de/Saint Jean de la Croix. / Texte établi et traduit/ d´aprés les manuscrit autographe d´Andujar/ et précédé d´une introduction, / par Jean Baruzi,/ Docteur és lettres/ avec trois pancches hors text”.  

Juan Rubio Fernández
Sacerdote, escritor y periodista

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