El clero diocesano honra a su patrón, San Juan de Ávila
12 mayo de 2021Hay dos fechas en el calendario diocesano que tienen un marcado acento presbiteral, la Misa Crismal, de cada Martes Santo, y la celebración del patrón del clero secular español y Doctor de la Iglesia, San Juan de Ávila.
De nuevo fue Baeza, por su significado en la vida del Maestro Ávila, la elegida para la celebración eucarística, donde se dieron cita alrededor de un centenar de sacerdotes llegados desde todos los lugares de la geografía jiennense.
En la Catedral de la Natividad, el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, presidió la celebración. En el presbiterio, junto a él, los sacerdotes que cumplen durante este 2021 los 25, 50, 60 y 70 años de entrega a la Iglesia de Jesucristo a través de su ministerio presbiteral.
Acolitados por los seminaristas, que también se encargaron de las lecturas, a la solemne Eucaristía acudió un importante número de fieles que quisieron unirse a la celebración.
El Obispo de Jaén comenzó su homilía aludiendo a la fuerza yacción del Espíritu Santo sobre la Iglesia a lo largo de los tiempos. «Aunque es mucho lo bueno que sucedía cada día en una Iglesia que, insisto, era llevada con esmero por el Espíritu; también es gratificante que se ponga de relieve que todo lo que el Espíritu hacía pasaba por la situación religiosa, social y cultural de aquellos que se iban incorporando a ella por la fe en Jesucristo». En este sentido, relacionó la gracia y la fidelidad de los sacerdotes con la acción el Espíritu. «La vida de la Iglesia se va consolidando bajo la artesanía divina del Espíritu Santo, que sólo trabaja con material de santificación. El Espíritu es el verdadero autor de la fidelidad, aunque siempre respete la condición humana, que es frágil y pecadora. El Espíritu es el promotor de nuestra fidelidad, queridos sacerdotes».
Del mismo modo, en el Año de la Caridad, Don Amadeo no quiso dejar a un lado «la caridad pastoral» como eje de la vida del presbítero, con estas palabras: «El amor de Cristo Crucificado enriquece, como sabéis muy bien, la caridad pastoral; esa que no consiste en otra cosa que no sea en amar lo que Cristo ama. Por eso, pongamos cuidado en no equivocarnos en buscar y encontrar las preferencias de Cristo. Si sentimos y actuamos como Jesucristo, no cabe más tendencia, en nuestras preferencias y opciones, que la de estar cercanos y como servidores, donde estén las pobrezas en cada momento de nuestra existencia sacerdotal. Cada uno de los sacerdotes, en su ministerio, ha de ponerle nombre, definición y, sobre todo, rostro a los pobres; ha de saber señalar los dolores y sufrimientos de las personas a las que ha sido enviado a servir».
También tuvo palabras de gratitud y aliento para los que este año celebran sus 25, 50, 60 y 70 años de ordenación sacerdotal, una entrega a Cristo y a su Iglesia que da frutos en la vida de la comunidad: «Sé que nada de lo que habéis vivido en vuestros veinticinco, cincuenta, sesenta o setenta años ha sido fácil, sé que la vida no es tan plena, tan estable y tan feliz, como la vemos en un día de fiesta fraterna y sacerdotal, como el que estamos hoy celebrando; pero también sé que, entre luces y sombras y, sobre todo lo sabéis vosotros, que ha sido el Señor quien le ha dado continuidad a vuestros días, cada uno con su afán concreto. Ha sido Él quien ha ido enriqueciendo vuestra memoria agradecida. Han sido muchas las maneras que el Señor ha ido eligiendo para acompañaros y para mostraros el camino de una vida sacerdotal fiel. Cada uno podía manifestar su propia experiencia, pero permitid que, siguiendo al Maestro de una escuela sacerdotal, la avilista, que fue especialmente fiel, elija algunos recursos que habéis tenido a vuestro alcance en vuestra vida fiel, para que sirvan de ejemplo a las jóvenes generaciones de nuestro presbiterio. En todos ellos se cuenta con la gracia santificadora del Señor».
Para concluir su predicación, recordó a los presbíteros la fuerza que da al ministerio la piedad mariana, en cualquiera de las advocaciones que la Madre de Dios tiene en nuestra Diócesis.
La celebración concluyó entonando el himno de San Juan de Ávila, «Apóstol de Andalucía».
Es tradición en este día de San Juan de Ávila que la Iglesia diocesana distinga a los sacerdotes que cumplen sus aniversarios de ordenación.
Este año hacen sus bodas de plata sacerdotales: D. Facundo López Sanjuán, D. Jesús Manuel Millán Cubero, D. Miguel José Cano López y D. Juan Antonio Marín Linares. En nombre de todos ellos habló D. Facundo López Sanjuán. Recordó a los formadores que los habían acompañado a lo largo de su periodo de formación en el Seminario. «25 años de cambios profundos, donde nos hemos tenido que ir adaptando a nuevos cambios», afirmó D., Facundo. «Somos hombres de Dios, el Señor es nuestra referencia fundamental, unidos a él para dar fruto abundante».
Medio siglo como sacerdotes hacen este año 2021: D. Enrique Cabezudo Melero, D. Francisco de la Torre Tirado, D. Ildefonso Fernández de la Torre, D. Juan José Juárez Casado. D. Francisco de la Torre habló en nombre de sus compañeros. Recordó que fue una ordenación que se hizo en Cristo Rey, porque dos de los ordenados eran de esa parroquia, entonces de reciente creación. Una ordenación sin fotografías y sin guitarras, como explicó D. Francisco de la Torre. El sacerdote también recordó al Obispo Don Miguel, quien los ordenó, su paso por Granada y los cambios de la Iglesia y de la sociedad en aquellos tiempos. «Queremos destacar la gracia de Dios que nos ha acompañado en este tiempo. Los compañeros que nos ha acompañado en los momentos duros».
Por último, tomó la palabra D. Alfonso Medina, en representación de los hermanos sacerdotes que este año cumplen 60 años de ordenación: D. Pedro Heredia Martínez, D. Rafael Higueras Álamo, D. Cristóbal Jiménez Cobo, D. Diego Moreno Palomares y D. Antonio Ugarte Hidalgo.
D. Alfonso habló de su recorrido vital por la Iglesia de Jaén, de su formación musical y del patrimonio musical que él ha rescatado para la Catedral. Recordó su ordenación, a sus compañeros de trayectoria sacerdotal.
Para concluir el acto, el Obispo tomó la palabra. Dio las gracias a los homenajeados por su entrega fiel y alabó los discursos en los que había podido conocer más sobre la vida sacerdotal de la Diócesis en los últimos 70 años. Explicó lo orgulloso que se siente del presbiterio diocesano, y concluyó afirmando que el tiempo que le quede como obispo titular seguirá trabajando, como hasta ahora por la Iglesia de Jaén.