Eclesialidad bautismal: la Diócesis presente en la asamblea final del Sínodo
15 junio de 2022Esas dos palabras definen la dirección hacia la que sopla el Espíritu en la Iglesia de nuestros días.
El pasado sábado día 11, en la Fundación Pablo VI de Madrid, se celebró la Asamblea final sinodal que reunió a unas 600 personas, en su inmensa mayoría laicos, a los que acompañaban una centena de representantes de la vida consagrada y 60 obispos. 600 personas en representación de las 215.000 personas y 13.500 grupos parroquiales, que han participado en esta fase diocesana. Entre ellos, una importante representación de la Diócesis, con el responsable diocesano de Apostolado Seglar, el de Acción Católica, el responsable de la Pastoral Bíblica, la responsable de la pastoral de los Mayores y una consagrada de la comunidad de Eucarísticas de Nazaret, todos ellos comprometidos con el trabajo del Sínodo.
El documento que finalmente será enviado a Roma para la fase continental, que comenzará en septiembre de este año, recoge prácticamente todo lo que habíamos incluido en las aportaciones de la Iglesia de nuestra diócesis.
La síntesis sobre la fase diocesana del sínodo sobre la sinodalidad, de la Iglesia que peregrina en España, tiene una mirada esperanzada pues a la luz del trabajo realizado, sentimos la llamada a caminar juntos y renovar e incrementar nuestro modo de participar en la Iglesia, en los dos aspectos que la definen: la comunión y la misión.
Esta llamada implica, según se ha visto, tres grandes líneas, tres urgencias que están entrelazadas: crecer en sinodalidad (caminar juntos es ser Iglesia), promover la participación de los laicos (formación y discernimiento que nos lleve al compromiso) y, superar el clericalismo (un clericalismo bilateral por parte de laicos con su defecto de responsabilidad y, sacerdotes con su exceso de protagonismo).
Resaltando la conversión, personal, comunitaria y de todas las estructuras para que sean más cercanas y misioneras (se habla de la importancia para ello de la liturgia y la parroquia), ha habido temas que han tenido una fuerte resonancia en la fase diocesana: el papel de la mujer que necesita se reconozca su lugar y su misión (en la síntesis se dice: “se aprecia su importancia en la construcción y mantenimiento de nuestras comunidades y se ve imprescindible su presencia en los órganos de responsabilidad y decisión de la Iglesia”), la escasa presencia y participación de los jóvenes en la vida y misión de la Iglesia, la familia como ámbito prioritario de evangelización, la necesidad de potenciar los ministerios laicales…
El documento finaliza con una serie de propuestas a nivel parroquial, diocesano y de la Iglesia universal. A nivel parroquial además de indicar que habría que repensar a la parroquia en su ámbito territorial y organizativo, se incide en que habría que “favorecer los pequeños grupos de fe que se alimentan a diario de la Palabra y que juntos profundizan en su vivencia cristiana… ya que constituyen un fermento que hará crecer la semilla de la fe”. A nivel diocesano además de indicar que habría que darle mayor protagonismo a los movimientos eclesiales, se incide en el desarrollo y aumento del número de ministerios formalmente reconocidos para los laicos. A nivel de Iglesia universal lo necesario que es redescubrir la vocación bautismal, la común pertenencia al Pueblo de Dios.
Antes de la Eucaristía de clausura, presidida por el Cardenal Omella, Presidente de la CEE, el coordinador del equipo para el Sínodo de la CEE, Mons. Vicente Jiménez, arzobispo emérito de Zaragoza, hizo entrega del Documento de la Síntesis final así como un pendrive con todas las aportaciones de la Iglesia española (más de mil páginas con conclusiones y propuestas de todas las diócesis españolas), que el Cardenal Omella habrá de llevar a Roma para la fase continental.
Al final de la Eucaristía, el Secretario General de la CEE, Mons. Luis Argüello, ponía el punto y seguido procediendo al envío de todos “a salir a los caminos y sembrar la novedad del Evangelio en la sociedad”. Finalizado el envío se entregó a cada asistente un saquito con semillas como símbolo.
Así acababa un día intenso, celebrativo, un día de acción de gracias.
José Ibáñez Muñoz
Pte. Acción Católica Jaén