Cuatro años después, la Iglesia de Jaén celebra con gozo la ordenación de dos nuevos sacerdotes

11 octubre de 2025

El Obispo de Jaén ha ungido las manos de dos nuevos presbíteros, que son ya pastores del pueblo de Dios; asimismo ha entregado a dos diáconos el Evangeliario, como símbolo del ministerio que inician al servicio del altar y de los pobres.

La Catedral, repleta de personas, ha sido testigos de las órdenes presbiterales y diaconales de cuatro jóvenes, que ha dado comienzo a las 11 de la mañana y han que han terminado pasadas las dos de la tarde. La Diócesis del Santo Reino ha vivido, con gran la alegría, la ordenación como presbíteros a Fernando Ruano, de la parroquia de la Encarnación de Arjonilla, y Samuel Valero, de la parroquia de Santa María de Torreperogil. Y, también, la de dos diáconos: Jesús Marchal, de la parroquia de la Asunción de Martos, y José Extremera, de Santa Marta, también de la ciudad de la Peña.

Para la solemne celebración se han dado cita en la catedral familiares, amigos, así como sus comunidades parroquiales y donde han llevado a cabo su ministerio de diáconos, Villardompardo y Bailén. El alcalde de Arjonilla y el de Bailén, también se han hecho presentes en la Eucaristía. Asimismo, las religiosas del Seminario y otras comunidades, como las Hermanas de la Cruz no han querido perderse este día tan importante para ellos y para toda el pueblo de Dios que peregrina en Jaén.

El presbiterio diocesano, representado por alrededor de un centenar de sacerdotes; el Rector, los formadores y el claustro del Seminario, en el que durante estos años se han formado; y el Consejo de Gobierno han participado en esta Eucaristía presidia por el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, en la que era su primar ordenación presbiteral, y en la que ha estado acompañado del Obispo emérito, Don Ramón del Hoyo López.

Ha sido el Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz, quien ha llamado a los aspirantes ante el Prelado y los ha presentarlos como idóneos para el sacramento del orden sacerdotal. En ese momento, el Obispo ha dado el plácet a su ordenación y Fernando y Samuel que han vuelto hasta su lugar, junto a sus familias. También, se ha llamado a Jesús Marchal y José Extremera, y el Rector del Seminario ha confirmado, igualmente, que eran aptos para recibir el ministerio del diaconado, en un paso más para su configuración plena con Cristo, buen pastor. 

Las lecturas han sido participadas por la hermana de Samuel Valero, que es, además Hermana de la Cruz; el hermano de Iván Marchal y el salmo cantado por el seminarista Daniel Cano. El Evangelio lo ha proclamado Fernando Ruano. El grupo litúrgico musical, EscuchArte, ha puesto la nota musical a esta gran celebración de la Iglesia del Santo Reino.

Homilía

El Obispo ha comenzado su predicación explicando que este día, “el Señor escribe una página preciosa en la historia de nuestra Iglesia jienense. Cuatro nombres, cuatro historias, cuatro llamadas… pero un solo Amor que las sostiene; cuatro síes que ensanchan el corazón de nuestra diócesis”.

Para añadir, “y todos, diáconos y presbíteros, quedaréis ‘cosidos’ para siempre al altar del Señor y a la vida de su pueblo”.

Don Sebastián, en sus palabras, ha querido, uno por uno, recordar ante el pueblo de Dios presente, su historia personal y vocacional, de un modo entrañable, para subrayar, que “Antes de ser elegidos y enviados, sois amados. Esa es la raíz de vuestro ministerio: no una tarea que os coloca por encima, sino una gracia que os pone dentro del Corazón de Cristo. El amor de Cristo os ha ido buscando en los caminos más variados y sorprendentes de vuestra vida”. En este sentido ha subrayado, “Sois, cada uno, historia de amor, no de méritos. Y en vuestras vidas se hace verdad el Salmo que hemos cantado: “El Señor es mi Pastor; nada me falta”. Aprended —y enseñad— a vivir desde esta confianza”.

De igual manera, el Prelado del Santo Reino ha querido manifestar que su vocación y ahora su ministerio, no viene dado por ellos mismos, sino por la elección del Maestro que prepara a sus elegidos: “Habéis sido elegidos no por vuestras fuerzas, sino porque el Corazón de Cristo os ha mirado con misericordia y os ha dicho: “Tú, ven y sígueme”.

Luego, dirigiéndose a los diáconos, por sus nombres, Jesús y José, les ha recalcado el sentido último de su ministerio: “Servid la Palabra, proclamándola, creyendo lo que leéis, enseñando lo que creéis y practicando lo que enseñáis. Servid el Altar, cuidando la liturgia, custodiando la belleza y la dignidad de lo santo. Y servid la Caridad, yendo a las periferias concretas de Jaén: enfermos, ancianos, familias rotas, jóvenes sin rumbo, pobres que esperan no sólo pan sino rostro y compañía. Devolved a la Iglesia el rostro humilde del Señor que “se ciñó la toalla”.

Lo mismo ha hecho con los dos aspirantes al presbiterado: “Y a vosotros, Fernando y Samuel, que vais a recibir el presbiterado, configurándoos con Cristo Cabeza y Pastor, el Señor os envía a ser imagen viva de su entrega y de su misericordia. Tú, Fernando, que has aprendido que sin cruz no hay alegría, el Señor te llama a ser pastor que anime en medio de la dificultad, con paciencia y fe; y tú Samuel, que has conocido desde niño el Sagrario como tu hogar, serás sacerdote que conduzca a muchos a descubrir esa misma presencia escondida y fiel”.  A la vez que ha querido recordarles que su ministerio traspasa su persona para ser esperanza en medio del mundo: “vuestro envío está llamado a suscitar vocaciones, a edificar comunidades vivas, a abrir caminos de reconciliación y esperanza. Que nadie que se acerque a vosotros se quede sin escuchar una buena noticia, sin experimentar una cercanía, sin recibir una mano tendida. ¡Que el Espíritu Santo entre intensamente en vuestros corazones y os haga servidores inquietos, fieles y perseverantes del Reino de Dios!”.

Las últimas palabras del Obispo han sido para la comunidad cristiana de Jaén, para que no dejen de pedir por las vocaciones, y a la vez ha querido encomendar el nuevo camino de los cuatro jóvenes a María, la Virgen,“Madre de los sacerdotes, que os lleve siempre de la mano al Corazón de su Hijo; y al Santo Rostro, que os conceda su luz mansa y su firmeza serena”.

Rito de la ordenación

Al finalizar la homilía se ha desarrollado el ritual de la ordenación, que ha comenzado con las promesas ante el Obispo de los candidatos al diaconado, José Extremera y Jesús Marchal. Después, ha sido el turno de Samuel y Fernando, quienes ante el Prelado del Santo Reino han prometido obediencia a él y a sus sucesores; a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal; a presidir con piedad y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, y santificación de pueblo cristiano; y a unirse cada día más a Cristo, sumo Sacerdote.

Uno de los momentos más emotivos de la celebración ha sido cuando los cuatro aspirantes, al diaconado y al sacerdocio, respectivamente, se han postrado ante el altar mientras EscuchArte entonaba las letanías, que eran respondidas por el pueblo fiel. En esa oración compartida se han encomendado al Señor y a los santos la vida ministerial de estos jóvenes para que desarrollen, desde la fidelidad y el amor a Cristo y su Iglesia, la misión a la que han sido llamados.

Otro de los momentos significativos de la ordenación diaconal se ha producido cuando el Obispo ha impuesto sus manos sobre la cabeza de Jesús y José ya que, bajo la acción del Espíritu Santo, es en este mismo instante en el que quedan marcado por su sello indeleble. Posteriormente, se han revestido con la estola y la dalmática, y el Obispo les ha entregado el Evangelio como signo expresivo del ministerio que se les encomienda al servicio del pueblo de Dios; y en particular como servidores del altar y de los pobres.

Después, ha sido el turno de Fernando y Samuel, que se han arrodillado ante el Obispo quien les ha impuesto las manos: el gesto esencial del sacramento, ya que es a través de él como el orden es conferido. Cuando el Obispo ha terminado la imposición de manos, todos los sacerdotes concelebrantes, han hecho el mismo gesto sobre la cabeza de los dos jóvenes. Más tarde se han revestido con la casulla y el pastor de la Iglesia jiennense los ha ungido con el Santo Crisma como instrumentos del Espíritu Santo para bendecir, consagrar y santificar, “haciendo de él un nuevo ministro del altar”. Seguidamente, se les ha hecho entrega de los grandes dones de la Iglesia: el pan y el vino, “para que unidos al sacrificio pascual de Cristo puedan ser para su pueblo signo e instrumento de su amor y entrega, reflejo del alimento que nos da la vida eterna”.

Convertidos ya en sacerdotes, han participado en la mesa del Señor. También, han sido ellos, como neopresbíteros, quienes ha dado la comunión, primero a su padres y hermanos, y después, al pueblo fiel congregado en el templo Catedral, del mismo modo lo han hecho los diáconos.

El Obispo le ha pedido que alguno de los ordenados, en nombre de sus compañeros hablaran, y, de este modo, Jesús Marchal ha agradecido a Dios, a su familia y a la Iglesia por sostenerlos y acompañarlos a lo largo de este camino.

Tras la foto de familia, los nuevos sacerdotes y los dos diáconos han entrado junto al Obispo en la Sacristía, donde han sido ovacionados por el presbiterio diocesano.

Mañana, domingo, 12 de octubre, Samuel Valero cantará su primera Misa en su parroquia de Santa María de Torreperogil, a las 19 horas. a Por su parte, , Fernando Ruano, parroquia de la Encarnación de Arjonilla, el lunes, 13 de octubre, a las 12 horas.

Primero destinos pastorales

Fernando Ruano seguirá, ahora como presbítero en las parroquias de Bailén, donde ha llevado a cabo las labores de su ministerio diaconal. Por su parte, Samuel Valero, ordenado diácono el pasado 22 de marzo, ha sido destinado a las parroquias de Alcalá la Real.

Por su parte, Jesús Marchal ha sido destinado como diácono a Cazorla y José Extremera a Cristo Rey de Jaén.

Homilía del Obispo de Jaén en la ordenación de dos diáconos y dos presbíteros

Galería fotográfica: «Ordenaciones presbiterales y diaconales- octubre 2025»

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