Crónica de la celebración de la Inmaculada en el Seminario
17 diciembre de 2012 “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas”.
Desde el Seminario Diocesano de Jaén nos alegramos con María, y nos preparamos a celebrar con gozo el misterio de la Inmaculada Concepción. Primeramente, por todo lo que conlleva la celebración de dicho dogma mariano, y en segundo lugar, por tratarse de la Patrona de esta casa de formación y oración. Muchos han sido los actos, celebraciones, actividades y acontecimientos que se han desarrollado en torno a esta festividad en nuestra casa.
Comenzábamos la tarde del 5 de diciembre con el montaje del Belén, actividad que viene siendo habitual en esta casa y cuyo desempeño recae sobre los alumnos del curso introductorio. Poco a poco el Seminario se fue engalanando con sus vestiduras navideñas. Asimismo, todos los seminaristas aprovecharon la tarde festiva del 6 de diciembre para preparar y montar el Belén que aparece en la entrada principal de nuestra casa, al cual les invitamos a contemplar y a disfrutar ante él. Sin lugar a dudas, fue una tarde de vivencia comunitaria. Agradecemos enormemente, desde la web del Seminario, la labor desempeñada por nuestros compañeros Andrés y José Manuel, que han sido los que han creado manual y artesanalmente el hermoso pesebre de tan singular belleza. Nuestra más sincera enhorabuena por el encomiable trabajo desempeñado.
El viernes, 7 de diciembre, acudíamos como es costumbre, al rezo solemne de las I Vísperas de la Inmaculada en la S.I. Catedral. Esa misma tarde, participamos en la celebración Eucarística dirigida a los jóvenes de nuestra diócesis que se encuentran anualmente en la Vigilia de la Inmaculada. Dicha celebración estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Ramón del Hoyo.
Llegamos al día 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de María. Dos de nuestros compañeros seminaristas del curso quinto recibieron de manos del Obispo de Jaén el ministerio del acolitado. Se trata de José Manuel Pancorbo Ortega, de la Parroquia de San Bartolomé de Torredelcampo y David Martínez Díaz, de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Villacarrillo.
Este ministerio del acolitado, por el que los jóvenes se acercan al sacramento del sacerdocio, fue conferido en el transcurso de una eucaristía presidida por el Sr. Obispo, en la S.I. Catedral de Jaén. Estuvo concelebrada, además, por el Rector y los formadores del Seminario Mayor y por varios sacerdotes diocesanos. Asimismo, estuvieron presentes en la celebración un buen grupo de fieles, amigos y familiares de los dos nuevos acólitos. Desde aquí nos unimos a vuestra felicidad al recibir dicho ministerio, os encomendamos a nuestro Señor y a María Santísima para que vuestro proyecto de entregar vuestras vidas, por completo, al servicio de la Iglesia como Sacerdotes se haga prontamente una realidad.
Tras la celebración volvimos al Seminario donde tuvimos el almuerzo con el Sr. Obispo, D. Ramón del Hoyo López, los rectores del seminario mayor y menor, así como con algunos de nuestros formadores.
Ya caída la tarde nos reuníamos en el salón “Versalles” del seminario donde tuvo lugar la tradicional “Velada de la Inmaculada”. Acto que consistió en un emotivo y ensalzador pregón de las glorias de nuestra Madre, la Virgen María, palabras en boca y sentimientos en corazón del párroco de la “Santa Cruz” de Jaén, el Rvdo. D. Martín Santiago Fernández-Hidalgo. Desde este rinconcito en internet, agradecemos nuevamente a D. Martín, sus bellas y sentidas palabras que sin duda sirvieron para llevarnos durante unos instantes, a sentirnos acurrucados bajo el manto de nuestra querida Madre. Finalizado el Pregón, los seminaristas deleitaron al público congregado con una selección de cantos gregorianos y villancicos exquisitamente seleccionados y preparados musicalmente por el profesor que nos imparte esta materia, D. Juan Viedma.
Así pusimos el broche de oro a todos los actos en honor a la Inmaculada Concepción que junto con la novena celebrada en nuestra capilla nos sirvió para ensalzar y proclamar que “tota pulchra es Maria”.