Carta Pastoral: Jornada a favor de la Vida
1 abril de 20161. El próximo 4 de abril, Solemnidad de la Anunciación del Señor este año, celebramos la jornada anual PRO-VIDA, bajo el lema: Cuidar la vida, sembrar esperanza.
Los constantes atentados contra este bien sagrado y la violación del derecho a la vida del que va a nacer, nos muestran la fragilidad de la existencia humana y la necesidad de su protección. Esta convicción se fundamenta en la verdad irrefutable de que la vida y la dignidad de las personas constituyen un bien precioso que es preciso defender y promover con decisión, apoyándonos en el derecho natural.
La Iglesia afirmará y defenderá siempre este derecho a la vida de todo ser humano, también del aún no nacido, como un derecho inviolable. Este derecho no depende de elecciones políticas o del consenso social, sino que se basa en un principio moral objetivo, radicado en la ley natural, cuyo contenido es accesible a la razón humana.
2. En las páginas de la Sagrada Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, Dios se revela como el Viviente que da vida e indica la senda de la vida plena (cf. Gn 2,7). Dios es la fuente de la vida.
Jesús es la Encarnación del Dios vivo, el que trae vida frente a tantas obras de muerte, frente al pecado y el egoísmo. Jesús acoge, ama, anima, perdona, nos da fuerza para caminar y recuperar de nuevo la vida de la amistad perdida con Él y con los demás.
Jesús nos trae la vida de Dios, el Espíritu Santo que nos anima y llena de esperanza. ¡Una pena que el ser humano no elija la vida, sino que se guía por ideologías que ponen obstáculos a la vida, que no la respetan porque vienen dictadas por egoísmos e intereses de lucro, de poder y de placer! No es éste el verdadero camino del amor, ni se busca el bien del otro.
3. El Evangelio de la Vida lleva a la libertad y a la plena realización del hombre. Querer construir la ciudad del hombre, por el contrario, al margen de las enseñanzas divinas y de la propia ley natural, nos conduce a una nueva Torre de Babel.
El resultado es, que el Dios vivo es sustituido por ídolos humanos y pasajeros, que ofrecen momentos atrayentes de aparente libertad, pero al final son portadores de nuevas formas de esclavitud y de muerte. Esto nos dice la sabiduría del salmista: “los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos”.
Éste es el camino a seguir, con nuestra confianza puesta siempre en el Dios de la Vida. Supliquemos especialmente en esta jornada por quienes sufren tantos ataques en contra de este bien, fuente de libertad y esperanza. Como María Santísima, nuestra Madre del Cielo, digamos siempre “sí” a la vida, y al Dios vivo que nos salva.
Con mi saludo agradecido en el Señor.
+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén