Cáritas Diocesana de Jaén acompañó en 2014 a 30 mujeres víctimas de violencia
16 abril de 2015 El Programa de Mujer de Cáritas Diocesana de Jaén atendió el año pasado a 30 participantes según recoge la Memoria de actividades correspondiente a 2014. Además de la atención y el seguimiento a mujeres en situación de especial vulnerabilidad, el hecho más significativo fue, sin duda, la apertura de la nueva casa de acogida en la que, actualmente, residen cuatro jóvenes con sus hijos.
Mujer de entre 18 y 35 años, madre y víctima de algún tipo de violencia. Ese es el perfil mayoritario de las participantes que en 2014 fueron atendidas por Cáritas Diocesana de Jaén a través de su Programa de Mujer. En su mayoría son españolas (especialmente de la provincia de Jaén), pero también las hay de otros países extracomunitarios. Todas tienen en común el haber vivido situaciones de extrema gravedad y el carecer de recursos y apoyos familiares. «Son mujeres muy rotas, que han pasado a lo largo de su vida por experiencias muy difíciles y traumáticas, pero que quieren recuperarse y normalizar su vida no sólo por ellas, sino, especialmente, por sus hijos», explica María Luisa Rodríguez, responsable del Programa.
La labor que Cáritas desarrolla con estas mujeres depende de la realidad y de las circunstancias personales de cada una. «Tratamos de acompañarlas según sus necesidades y, cuando se requiere, las derivamos a otros recursos públicos o de otras organizaciones», señala. «El principal problema se nos plantea en el caso de aquellas mujeres con alguna enfermedad mental. Nosotros carecemos del conocimiento y de las herramientas necesarias para su atención y, lo peor de todo, es que tampoco hay recursos públicos que puedan hacerse cargo de ellas».
Casa Besana
La casa de madres jóvenes “Besana” es el principal recurso del Programa de Mujer. En 2014 se inauguraban las nuevas instalaciones, con capacidad para cinco adultos y cinco niños, que pretenden ser un entorno digno y cercano en el que las mujeres se recuperen. «La vida cotidiana en la casa viene marcada por el ritmo de los niños y por las necesidades de las mujeres. Semanalmente tenemos talleres de actividad física, de cocina, de lengua… y también hay actividades de ocio como excursiones, visitas…», apunta Rodríguez. «Todo gracias a la labor de las monitoras de la casa y al equipo de voluntarias que comparten una parte de su vida con nuestras participantes», concluye.