La Diócesis celebra la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado con una Eucaristía de acogida
16 enero de 2017Un gran número de personas de distintas nacionalidades y credos participaron en la Eucaristía y posterior jornada de convivencia organizada por el Secretariado de Migraciones de la Diócesis de Jaén en la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado 2017. Ésta se celebró en la Parroquia de Santa Isabel de Jaén, y estuvo presidida por el sacerdote, D. Jesús Castro, del Secretariado de Migraciones.
Como este año el lema escogido para la celebración de esta Jornada es “Menores migrantes vulnerables y sin voz. Reto y esperanza”, fueron los niños los que tuvieron un protagonismo particular durante toda la celebración eucarística.
Los responsables del Secretariado de Migraciones quisieron, con distintos carteles, escenificar las vallas que separan a unos y a otros hermanos, que van buscando en los países desarrollados una vida más digna; en muchos casos, huyendo de la guerra, del hambre, de la violencia. A los pies del altar colocaron una tienda de campaña, como símbolo, como representación de estas miles de personas que abandonan su tierra y sus raíces en busca de un futuro mejor para ellos y en muchos casos, también para sus familias y que se ven abocados a pasar largo tiempo en las fronteras de los países bajo una tienda de campaña.
Antes de la proclamación del Evangelio, dos personas inmigrantes, en representación del resto, leyeron respectivamente, el Evangelio en francés y una oración en árabe, como signo de comunidad, de acogida y de ecumenismo.
Ya en su homilía, D. Jesús Castro quiso hacer partícipes a los niños congregados, y al resto de la comunidad parroquial, de la dura realidad que viven los migrantes y refugiados y lo hizo de un modo muy didáctico y cercano. D. Jesús reflexionó con mayores y niños que de algún modo, todos somos inmigrantes. En este sentido dijo: «Hasta Dios es inmigrante porque vino a instalarse en nuestro corazón. Dios es migrante antes que nosotros».
En las preces, además de las oraciones de fieles que se realizaron desde el altar, fueron muchas las personas que de una manera espontánea quisieron compartir sus peticiones; con cada una de ellas se encendía una vela en la mesa de altar.
Ya en las ofrendas, además del Pan y el Vino se presentaron ante el altar una cuna: en recuerdo de todos los bebés y niños que tienen que abandonar su hogar junto a su familia o solos; una muñeca: que representa a todas las niñas y niños que han desaparecido al intentar llegar a Europa; unos globos como símbolo de los sueños rotos de la mayoría de menores migrantes y una libreta con la que se pretendía reflejar que miles de niños y adolescentes se ven obligados a renunciar a la educación para poder ponerse a salvo.
La Eucaristía, que contó con las canciones del coro parroquial de Santa Isabel, fue además de acción de gracias al Señor, un acto de acogida a los hermanos más allá de su credo y origen, una reflexión sobre la dura situación que atraviesan muchas familias que inmigrantes y una fiesta de la alegría con los niños como protagonistas.
Al concluir la Misa, hubo una jornada de convivencia y de compartir con los hermanos migrantes en las instalaciones de la Parroquia de Santa Isabel. Se pudieron degustar platos típicos de Bolivia, Ecuador, Marruecos y España que llevaron los propios asistentes a la jornada de convivencia.