El Papa Francisco y “la verdad de las mentiras”

19 diciembre de 2024

Quería el Papa Francisco, y como obispo de Roma, decir unas palabras a sus seminaristas antes de las vacaciones veraniegas. Y pensó hacerlo invitándolos a la “lectura de novelas y poemas”. Tomó algunas notas para hacerlo en un encuentro programado con ellos. De buena fuente sé que, como acostumbra a hacer en momentos como éste, pasó el borrador al periodista jesuita Antonio Spadaro quien, a la vista del borrador, aconsejó al pontífice ampliar entre los destinatarios originales del mensaje, tanto a todos los agentes de pastoral como a cualquier cristiano. Y así fue cómo, lo que iba a ser un texto pensado y escrito a los seminaristas y responsables de su formación sacerdotal en su diocesis de Roma, pasó a ser una carta cuyo contenido es ya materia del magisterio ordinario universal pontificio. De lo primero da fe la fecha y lugar del remite, “Dado en Roma, junto a San Juan de Letrán (sede ésta del obispo de Roma), el 17 de julio de 2024, décimo segundo de mi Pontificado”. De lo segundo da fe la fecha en que, por expreso deseo del Papa, se hizo pública, el 4 de Agosto de 2024, día en el que la Iglesia celebra la memoria del patrón del clero, San Juan María Vianney, “Cura de Ars”. Y fue así como se conoció el texto que, novedoso en su contenido, ya es conocido como “Carta del Santo Padre Francisco sobre el papel de la literatura en la formación”.

Desde su publicación hasta hoy se ha venido hablando más de lo que no es que de lo que realmente es. El contenido de la carta no es una declaración del canon literario personal del avezado, cuidadoso y buen lector de grandes obras de la Literatura Universal, Jorge Mario Bergoglio. Tampoco es un canto de cisne en medio del analfabetismo literario rampante en la cartografía del pensamiento en el sacerdocio actual. Y tampoco es una simple nota de desahogo personal con tintes autobiográficos. De todo ello se ha hablado, si bien poco de lo dicho y escrito responde a su contenido real. Con toda sinceridad y aún a riesgo de equivocarme, ofrezco al lector tres claves importantes que para mi confieren grandeza y utilidad a esta carta con la que el Papa presta un gran servicio a la Iglesia hoy y, con toda seguridad, también en el futuro.

Una carta escrita desde la experiencia de un buen lector. Más allá de los nombres propios de escritores y de las novelas reseñadas, late en el fondo del texto y, a mi juicio, de forma transversal, el impacto e influencia que tuvo en la trayectoria de Bergoglio su incursión y travesía por ese universo en el que habita “la verdad de las mentiras”, que es el universo propio de la ficción literaria. Más allá de su querencia por los escritores y novelas concretas que reseña, la obra más decisiva para él es la que, con el título “La experiencia de leer”, (Alba Editorial, Barcelona, 1999,142 páginas), escribió en 1961, C.S. Lewis (1898-1963). En ella el escritor, nacido en Belfast en los amenes del siglo XIX, convertido al catolicismo en 1931 y profesor universitario hasta sus últimos días, hace un sólido estudio del perfil del lector de obras literarias y del ingente papel de la literatura en el proceso de crecimiento personal. Una obra ésta que es clave para entender todo cuanto el Papa escribe en su carta. Añado en este punto una anécdota personal. De las varias ocasiones que tuve la oportunidad de conversar con el entonces cardenal Bergoglio en Buenos Aires, recuerdo una de ellas en la que hablamos largamente de literatura. Fue paseando por las céntricas calles bonaerenses en una tarde de Octubre, de una espléndida y luminosa primavera austral. De lo que hablamos solo diré algo que se me quedó gravado: “Sobre mi mesita de noche, desde hace ya muchos años, siempre tengo a mano obras de Hölderlin”. Alguien que tenga al poeta alemán entre sus libros de cabecera solo puede ser alguien para quien la literatura es mucho más que un puro entretenimiento.

Una carta cotejada con pensamientos teológicos.  El ávido lector que en un momento de su vida impartía clases de literatura en un colegio jesuita argentino, estaba atento a las grandes corrientes teológicas de entonces, y especialmente las que, con bríos reformadores, llegaban desde tierras regadas por el Ródano o el Rin y que se iban fundiendo con las que con lentitud seguía regando el Tíber. Eran años en los que emergían los grandes teólogos que dieron un giro copernicano al Concilio Vaticano II. Todos incluían la literatura en sus novedosos planteamientos teológicos. De entre ellos, dos que particularmente influyeron en el pensamiento de un jesuita abierto, metido entonces en tareas docentes ligadas a la literatura. Bergoglio, como queda demostrado en la carta, quedó marcado por el gran valor que tenía la literatura en las obras del teólogo francés Latourell y del alemán Karl Rahner, amén de otros como Papini. Y todo ello mezclado con la influencia que tuvo en él la lectura de grandes novelistas de la “catosphere catholique” francesa como Maritain, Claudel, Bernanos o Mauriac.

Una carta enriquecida por el periodista jesuita Antonio Spadaro. No es nuevo ni extraño que detrás de cada texto pontificio haya alguien que lo oriente, ponga en valor y, si cabe, lo mejore de cara a una mayor solidez. En este caso, y también se sabe por fuentes fiables, y solo hay que leer las notas que lleva la carta a pie de página para cotejarlo, se trata de Antonio Spadaro. Este prestigioso jesuita, director de la “Civiltá Católica” desde 2011 hasta 2023, miembro del sequito papal en los viajes del Papa Francisco desde 2016, es desde comienzos de este año subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación. En la amplia bibliografía escrita por Spadaro abundan los temas dedicados a temas abordados de forma escueta pero significativa por el Papa en su carta. Experto en comunicación, gran conocedor de la Literatura Universal, se le considera el padre de la nueva rama de la teología que aborda el mundo relacionado con la comunicación en un mundo globalizado y que viene siendo conocida como “Ciberteologia”.

Hasta aquí mi escueta opinión que, sin menoscabo de ampliarla en el futuro, os hago llegar en esta sección que hoy dedico a la novedosa, lúcida y oportuna carta del Papa Francisco sobre el valor de la Literatura.

Juan Rubio Fernández
Sacerdote, escritor y periodista

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