La Simpecado Concebida reúne a fieles y Seminario en su solemnidad

8 diciembre de 2024

Es la patrona de España, pero es, también, la patrona del Seminario diocesano de Jaén, que en este segundo domingo de Adviento ha congregado, en el primer Templo de la Diócesis, a la comunidad del Seminario, a los formadores y religiosas y a las familias de los que se preparan para ser ungidos como sacerdotes. También, numerosos files se han acudido a la celebración, presidida por el Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, que ha dado comienzo con una procesión claustral con una talla de la Inmaculada, atribuida a Nicola Fumo y que data de principios del XVIII.

Portada por miembros de la Cofradía de la Buena Muerte y miembros de la Asociación Amigos de la Catedral, ambas con sedes canónicas en el primer Templo de la Diócesis, ha procesionado al son de cantos marianos referidos a la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios.

Junto al Obispo del Santo Reino han concelebrado el Vicario General de la Diócesis, D. Juan Ignacio Damas; los formadores del Seminario; miembros del Cabildo catedralicio y otros sacerdotes de la Diócesis.

Las lecturas han estado participadas por los cofrades de la Buena Muerte; de la Asociación de Amigos de las Catedrales y por un seminarista. El diácono, Fernando Ruano, ha proclamado el texto de San Lucas, de la Anunciación. La celebración ha contado con el acompañamiento musical de D. Alfonso Medina en el órgano y las voces femeninas de su coro.

Homilía

Don Sebastián ha querido comenzar su predicación recordando que es María, la madre de Cristo, el camino directo a Dios. “Esta fiesta nos invita a contemplar cómo la pureza y santidad de María nos abren el camino para acoger a Cristo en nuestras vidas. María, concebida sin pecado, es el signo luminoso de la cercanía de Dios y el modelo perfecto de fe, esperanza y amor”.

 A continuación, el Prelado jiennense, ha expresado que es la capacidad de acoger la Palabra de Dios y de hacer la voluntad del Padre lo que señala a María por encima de todo: “Esta fiesta nos invita a contemplar cómo la pureza y santidad de María nos abren el camino para acoger a Cristo en nuestras vidas. María, concebida sin pecado, es el signo luminoso de la cercanía de Dios y el modelo perfecto de fe, esperanza y amor”– para añadir- “María es la mujer atenta y despierta que escucha la palabra de Dios y la acoge y le da cuerpo y le abre la puerta del mundo. María es la aurora de Cristo en el mundo, y en nuestra vida. Ella es ya cercanía de Cristo y es a la vez camino para encontrarlo”.

Después, Don Sebastián ha querido reflexionar sobre tres elementos necesarios para acoger la voluntad de Dios y hacerla vida, y de una particular, se las ha querido dirigir a los seminaristas: realismo, esperanza y fidelidad. Respecto al realismo, el Prelado jiennense ha afirmado que “María no vivió en un mundo idealizado; experimentó las dificultades, los rechazos y las pruebas de una humanidad herida por el pecado. María, con su santidad, denuncia el pecado y nos muestra que Dios tiene el poder de restaurar lo que está roto. Como devotos de la Virgen, no podemos cerrar los ojos a las heridas del mundo: la violencia, el egoísmo, la indiferencia hacia Dios. Estamos llamados a ser luz y sal, a transformar la realidad con nuestra fe”.

Respecto a la esperanza, Don Sebastián ha aseverado: “La vida de María es un testimonio de que el pecado no tiene la última palabra. Dios nos da su gracia para vencer las tentaciones, para construir familias santas, para vivir nuestras profesiones y relaciones con honestidad y amor”.

Y por último y a cerca de la fidelidad ha expresado: “María nos enseña la fidelidad absoluta al plan de Dios. Su respuesta al ángel, ‘Hágase en mí según tu palabra’, es la expresión más pura de confianza y entrega. En nuestras vidas, también recibimos visitas de Dios: momentos de llamada, de misión.¿Cómo respondemos nosotros? ¿Nos atrevemos a confiar plenamente en Dios como lo hizo María? La grandeza de nuestra vida radica en nuestra capacidad de aceptar con fe la voluntad de Dios, incluso cuando no la entendemos completamente”.

Para concluir la homilía, Monseñor Chico Martínez ha querido hacer referencia en el Año Jubilar de la Esperanza que está a punto de comenzar, recordando que María es Madre y estrella de esperanza: “Queridos hermanos, María es nuestra estrella de esperanza, quien nos guía a vivir este tiempo de gracia como verdaderos peregrinos. Siguiendo su ejemplo de fe, confianza y entrega, adentrémonos en el Jubileo con un corazón abierto al cambio, a la conversión y al compromiso”.

Han sido mujeres cofrades de la Buena Muerte quienes han llevado hasta el altar las ofrendas, a las que junto con el pan y el vino, también han portado unas flores.

Antes de dar la comunión al pueblo fiel, el Obispo ha hecho lo propio con el diácono y los seminaristas. Con la bendición solemne ha concluido la celebración.

Después, los seminaristas irán hasta la Casa de la Iglesia para celebrar a su patrona junto a sus familias y esta tarde, los tres seminaristas que cursan primero: Antonio Pradas, Fran Comino y Guillermo del Pino, serán consagrados ante la Inmaculada Concepción.

El dogma de la Inmaculada Concepción de María fue promulgado por el papa Pío IX en 1854. En este dogma, que antes de ser declarado como tal, era vivido por los fieles católicos de todos los tiempos, afirma que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha del pecado, que está revelado por Dios y por lo tanto, debe ser constantemente creído por los fieles.

Galería fotográfica: «Solemnidad de la Inmaculada en la Catedral 2024»

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