Los profesores de religión clausuran el curso en Beas de Segura
10 junio de 2015 El profesorado de Religión Católica de la Diócesis de Jaén procura reunirse en el año académico en diversos momentos ya provincial ya arciprestalmente. Las citas provinciales son el inicio y la clausura del curso y la celebración de la Pascua de Resurrección. En ellos hay momentos para la oración, la formación y la información. Pero esas reuniones son algo más que académicas; son encuentros. En ellos se acoge al nuevo o nueva, se agradece su apostolado a los que se jubilan y, los que permanecemos, damos gracias a Dios Padre por seguir confiando en nosotros su mensaje del Evangelio y nos damos ánimos para seguir siendo fieles testigos del Resucitado, a imitación de María, su Madre, gracias a la incansable ayuda del Espíritu Santo. Este año el encuentro de clausura del curso académico 2014 – 2015 ha sido en la localidad de Beas de Segura por motivo del V Centenario del nacimiento de Sta. Teresa de Jesús.
Beas de Segura es el municipio al noreste de la provincia de Jaén, tránsito entre la campiña y la sierra, más habitado de la comarca de la Sierra de Segura; además, casi un cuarto de su territorio está dentro del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Su nombre proviene del término latino Veha que significa «camino» o «vía», por encontrarse en el cruce de tres vías romanas que se dirigían a la sierra, al levante y al condado. De la etapa romana queda constancia del Puente Mocho sobre el río Guadalimar, el cual cuenta con casi 2.000 años de antigüedad. Por él se dice que salió Santa Teresa de Jesús después fundar el Convento de Carmelitas Descalzas de Beas, primera fundación en la actual Andalucía, cuando partió a Sevilla. Pero la Santa «Andariega», antes de invitarnos a salir, en esta ocasión nos invitaba a llegar a Beas desde toda la geografía de la provincia del Santo Rostro y procurar un encuentro entre nosotros y el Encuentro con Jesús.
La mañana comenzó con la llegada paulatina de todos los que asistíamos a la clausura convocados por nuestra Delegada Episcopal de Enseñanza Dña. Celedonia Ortega. Una vez en la Plaza de Santa Teresa, pasamos a la iglesia conventual de San José del Salvador y, así, comenzar nuestra acción de gracias. La celebración de la eucaristía estuvo presidida por nuestro obispo D. Ramón del Hoyo quien compartió con nosotros sus inquietudes y esperanzas respecto a la actual situación por la que pasa todo el profesorado de Religión Católica y, principalmente, nos comentó la Palabra de Dios escuchada. Apoyó su reflexión en la celebración de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, S. Fernando y Sta. Teresa de Jesús. Sin dilatarnos aquí, sí podemos decir, en suma, que nuestro trabajo de profesores de Religión Católica es: 1) un continuo servicio a la Iglesia y una constante ofrenda pues, a través de nuestros sacerdocio bautismal y la misión episcopal, actualizamos el mensaje de Jesús, el Cristo, y nos esforzamos en ser cada vez mejores testigos del Resucitado; 2) es una actividad de frontera porque nos movemos en ámbitos de descreimiento y de abandono de la transcendencia teniendo que ser constantes caballeros -y damas- de Cristo, como lo fue S. Fernando en nuestras tierras, en defensa de la fe cristiana allí donde nos encontramos; y, 3) un orar y andar siempre al encuentro del otro con la única intención de llevarle la invitación de Cristo a participar en su gran banquete tal y como lo hizo Sta. Teresa de Jesús.
Tras la misa, el párroco de Beas nos habló sobre el carisma carmelita para dar paso a la presentación que un compañero nuestro hizo de D. Francisco Javier Sancho Fermín, Director del CITeS -Universidad de la Mística de Ávila-, quien nos habló de «Teresa de Jesús: una pedagogía para la oración». El Dr. Sancho fue desgranando la oración teresiana siendo de resaltar dos cosas: 1) aprender a orar es aprender a amar y 2) amar sin reservas es conocerse a uno mismo sin reservas. Santa Teresa busca vivir auténticamente el seguimiento de Cristo y eso supone ponerse en actitud de camino. El caminante, junto con Cristo, se acerca a Dios como Abba, pues el Dios Encarnado ha comunicado a un Dios que nos trata también como amigos, pues así nos llama. Iniciada dicha amistad es cuando comienza la enseñanza de la oración en lo secreto, en nuestro corazón. Se inicia así una oración evangélica. La oración de Teresa de Jesús es interactiva, provocadora, interpelante pues, sabiéndonos creaturas de Dios, nos eleva por la amistad a tratar con Él con mucha más facilidad, que no simpleza. En esto consiste aprender a orar, aprender a amar. Ella era consciente de que el ser humano nunca puede amar a Dios, pues cómo un ser limitado podría amar a un ser ilimitado; sin embargo, sí sabía que orando nos acercamos más y más a Dios y Él nos devuelve la oración con su amor con lo que, viviendo nosotros en el amor de Dios, sí podemos amar a Dios. Por otro lado, D. Francisco Javier también acentuó la necesidad de conocerse a uno mismo para poder apreciar el amor de Dios y, así, vivir en constante oración. En Sta. Teresa el elemento sustancial que define su manera de entender la oración es el amor. Y sólo desde esta clave, que coloca al ser humano cara a cara frente a Dios, se puede entender la importancia que Teresa va a dar al conocimiento de sí. En toda relación de amor, para que sea auténtica, es necesaria una entrega sin reservas. Ello sólo es posible en la medida en que la persona es libre. Una libertad que alcanza sólo cuando se conoce y sabe lo que realmente entrega. Sin conocimiento de sí no hay posibilidad de libertad, ni desarrollo de la personalidad, ni de entrega y, por tanto, no es posible una auténtica relación de amor. Este el resumen de cuanto Teresa de Jesús nos desvela desde la importancia y centralidad del conocimiento de sí en la oración. La oración de Sta. Teresa de Jesús es una oración que nos enseña a amar y un amor que, ayudándonos a conocernos más y mejor, nos humaniza y nos hace auténticos hijos de Dios -algo que también resaltarían S. Juan de la Cruz y Edith Stein-.
Pasadas las agujas del reloj por las horas del medio día nos dispusimos a conocer algo más de Beas de Segura, del convento de las Descalzas y del paso de Sta. Teresa de Jesús por la localidad. Para lo que visitamos la Ermita de la Stma. Virgen de la Paz, la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, el Museo de la Mística y el Museo de la Santa. La ermita está situada en la parte alta del pueblo y es la «casa» de la Stma. Virgen de la Paz, Patrona de la localidad, cuya imagen se encontraba en la iglesia parroquial por ser el mes de mayo. La ermita y el Museo de la Mística comparten ubicación en la misma placita. El museo en sí está ambientado en el libro de «Las Moradas» y su recorrido es un itinerario no sólo por los hechos fundacionales, sino por los pasos de la oración resaltando tres lugares: el jardín interior, el libro de la fundación del monasterio de Beas y la escalera de la mística. Descendiendo un poco, lindando con el monasterio, se encuentra la iglesia parroquial. Al entrar sorprende su amplísimo presbiterio y su altísimo techo. Casi toda ella es una reconstrucción de la segunda mitad del s. XX pues, tras el paso de las tropas francesas, quedó sólo la torre. Y, por último, pero no menos importante, el monasterio de las Descalzas y el Museo de la Santa. El monasterio de Carmelitas Descalzas de Beas, fundado por Sta. Teresa de Jesús el 24 de febrero de 1575, día de S. Matías -como refiere la propia Santa en el libro de las Fundaciones-, fue declarado como Bien de Interés Cultural el 25 de abril de 1979 y, años más tarde, el 22 de marzo de 1983, incoado en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. En este monasterio pasó Teresa de Jesús los mejores momentos de su vida, según refiere ella misma en una carta a una priora de Castilla, y aquí es donde también se reunirá con fray Jerónimo Gracián, Prior Provincial de los Carmelitas de la Provincia de Sevilla, quien, estando en contra de la reforma llevada a cabo por Teresa, terminó incorporándose a su obra y pasando a ser la Provincia Carmelita de Sevilla de Calzada a Descalza. En el museo podemos encontrar una reconstrucción de la celda de Sta. Teresa en Beas, el libro de Profesiones -que fue utilizado desde la fundación hasta finales del s. XIX y que contiene las firmas de Sta. Teresa de Jesús, S. Juan de la Cruz y fr. Jerónimo Gracián, entre otros-, la campanilla que llevaba la Santa en todas sus fundaciones -que tiene grabados unos diablillos huyendo presurosos del monasterio-, la primera llave del monasterio, la silla donde S. Juan de la Cruz tuvo su arrebatamiento místico cuando llegó a Beas a saludar a las monjas -hoy se usa la misma silla cuando se elige nueva priora para que la comunidad le prometa obediencia-, la casulla, el cáliz, la patena y la cucharilla que usaba S. Juan de la Cruz para la celebración de la eucaristía… Y así podríamos estar describiendo mil y una cosas, entre reliquias y obras de arte, que se encuentra en tan pequeño espacio.
Intensa fue la jornada y, tras alimentar el espíritu y el conocimiento, ahora tocaba alimentar el cuerpo. En la misma plaza que da entrada al monasterio y a la iglesia conventual se dispusieron unos toldos y unas mesas para poder poner la comida que entre todos los asistentes llevamos a Beas. Llegaba el momento de más asueto y con el que terminamos la jornada con buenas y deliciosas viandas típicas traídas desde las distintas localidades de la provincia. Es el momento en el que todos aprovechamos para hablar de cualquier tema relajadamente y, por deformación profesional, compartir material pedagógico para nuestras clases del curso próximo.
Para terminar esta crónica del día, y antes de hacer camino como la espiritualidad teresiana nos anima desde el comienzo de esta lectura, me gustaría hacerlo con las propias palabras de quien propició que nos encontrásemos esta vez, para clausurar el curso en Beas de Segura, Santa Teresa de Jesús:
«Tratar de amistad,
estando muchas veces
tratando a solas,
con Quien sabemos nos ama.»
Juan Jesús Pérez Marcos, OP