La diócesis de Jaén celebra la Jornada Pro Vida
31 marzo de 2011 El pasado 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor, se celebraba en toda la Iglesia la jornada Pro Vida.
Bajo el lema “Siempre hay una razón para vivir”, la Delegación Episcopal de Familia y Vida convocaba, por segundo año consecutivo, a los fieles diocesanos para orar por la vida.
El Sr. Obispo, D. Ramón del Hoyo, presidía la Eucaristía celebrada a las ocho de la tarde en el Monasterio del Monasterio de la Purísima Concepción de las Madres Franciscanas Descalzas.
Asimismo, la ceremonia estuvo concelebrada por D. Francisco de la Torre, delegado de familia y vida; D. Manuel Peña, capellán de la congregación; y D. Pedro José Martínez, vicario judicial.
Durante su homilía el Sr. Obispo hizo hincapié en la necesidad de orar y reflexionar sobre la vida. “Desde este hermoso templo nos unimos a la oración de muchos fieles cristianos que en las diversas comunidades de las diócesis que están orando también, de mano de la Virgen ante el Señor, por la vida. Al mismo tiempo que oramos, reflexionamos, también, sobre este bien tan fundamental, de que Dios nos hace socios y administradores, aunque no dueños. Dueño de la vida es el Señor.”.
Del mismo modo, D. Ramón del Hoyo quiso subrayar la importancia de la vida humana, independientemente de la fase en la que se encuentre. “Hemos de afirmar y sostener, con claridad y con fuerza, queridos hermanos, que la vida humana es un bien siempre. Que exige que se la defienda y se la promueva sobre todo en las llamadas sociedades del bienestar como la nuestra. La vida debe cuidarse y debe exaltarse, no sólo cuando es vistosa y placentera, sino también cuando está enferma y tiene achaque y disminuciones. Desde el mandamiento del amor cristiano es posible amar la vida en todas sus fases: desde que aparece en el seno materno, hasta su fase terminal. Es posible unir nuestras fuerzas para apoyar a madres necesitadas o a enfermos abandonados. Es posible y muy urgente, apoyar y educar la institución matrimonial como fuente de la vida en los planes divinos”.
Tras la ceremonia, coincidiendo con el último viernes de mes, se celebraba, también en el Monasterio de Las Bernardas, el ADOREMUS, un encuentro de oración joven que este mes orarían, igualmente, por la vida.