Retiro de cuaresma de profesores de religión en Villanueva: Sin excusas
25 marzo de 2010 Villanueva del Arzobispo ha dejado en todas y cada una de las personas que nos reunimos el sábado 20 de marzo de 2010 para celebrar en la Villa un retiro de cuaresma, algo más que un buen recuerdo.
El día amaneció nublado, cubierto por un gris de esos que presagian lluvia. Los invitados al encuentro procedían de distintos puntos de la comarca y de fuera de ella. Preguntar por el viaje era el modo de iniciar el saludo con los más lejanos. Llegaban de Orcera, Miller, Puente Génave, Úbeda, Villacarrillo, Jaén, Arroyo del Ojanco, etc. A estos se unían los invitados de Villanueva del Arzobispo. Un grupo valioso, abierto, sencillo y sincero. Un grupo que se fue conformando bajo la mirada de la Patrona, la Virgen de la Fuensanta. Una treintena de personas recibieron la bienvenida de D Bartolomé López Gutiérrez, párroco de San Andrés y profesor de religión, y D Saturnino Gómez, prior del convento de los Padres Trinitarios que cuidan del Santuario y de la Virgen de la Fuensanta.
Orar juntos y hacer de la compañía oración (“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mt 18,20) eran los indicadores del camino. Los caminantes: profesores de religión de le enseñanza pública, maestros tutores de primaria, profesores de secundaria de la enseñanza pública y concertada, religiosas de Cristo Rey, catequistas de la parroquia, familiares de algunos de estos, -esposos, madre, novio-, los sacerdotes, la delegada episcopal de enseñanza, María Gómez …- nos habíamos congregado con esta meta: orar. Se fraguó una rica y viva comunidad que supo poner de manifiesto la grandeza de la pequeña iglesia doméstica que reza unida.
Todo estaba preparado y organizado. Dispusimos de una carpeta con los materiales que nos ayudaron en la jornada. El horario, la oración de la mañana, unos apuntes para la reflexión y oración personal, un esquema de estudio de evangelio, una hoja con la liturgia de la Eucaristía del domingo que celebraríamos por la tarde… Hubo espacio y tiempo para celebrar la reconciliación sacramental… Y rezamos. Eso era lo importante y a lo que habíamos venido. Dejar que Dios hable, que nos hable; con distintos símbolos íbamos subrayando su presencia: el pájaro, las flores, la vela, la voz del anciano…
En pequeños grupos se comparte el evangelio del día. Después de la oración personal y con la dinámica de “estudio de evangelio” resulta fácil expresar los sentimientos que nos transmiten los personajes de esta escena. Dios está ahí, en la palabra hecha Palabra. Y -¡cómo no!- la comida. Una alegre mesa rectangular alineaba a los comensales cerca de la encendida chimenea. Fue este otro modo de configurar la imagen plástica de esta gran familia que conformamos con simpatía, animosidad y el buen agrado reinante.
La sobremesa tuvo lugar con las religiosas de los ancianos, en el asilo. Nos desplazamos a su casa, al asilo. Es acogedor y trasmite calidez. La oración vocal y la oración cantada ("Quien bien canta ora dos veces" S. Agustín) abren la tertulia. Se trataba de conocer de primera mano cuál era el carisma de estas religiosas dedicadas a cuidar de los ancianos en esta etapa de su vida. El rostro de las religiosas trasmite alegría. Los interlocutores van tomando cartas en el diálogo iniciado y éste se amplia y se transforma en una jugosa exposición de carismas y de sus matices, de los distintos modos y maneras con los que las personas congregadas expresaban su quehacer evangelizador, cómo transmitir la Buena Noticia.
Todas las intervenciones confluyen en Jesucristo, todas precisan y se alimentan de la oración, todos precisan más operarios, porque “la mies es mucha, los obreros pocos” (Mt 9, 37). La oración de petición por las vocaciones a estos carismas brotaba con el sonido de la guitarra y de la magnifica voz de este grupo del coro de Villanueva del Arzobispo. Esta experiencia nos reconfortó a los presentes. Hablábamos de algo personal, de algo a lo que dedicamos muchas horas de nuestra vida, de algo que nos llena la vida , porque sentimos la llamada personal de Dios a esta clase de evangelización, a la que por su gracia y puro don, estamos intentando responder.
“Id y enseñad” , es el mandato de Jesús. Nos reafirmamos en la vocación a esta misión que nos encargó Jesucristo. Llevad su Palabra, su mensaje de misericordia y amor a todos en todas las etapas de la vida.
Decir que se notaba la presencia de Dios, es recordar a todos los asistentes un hecho vivencial. A los que no pudieron participaron, sólo le decimos que todo es gracia, que Dios sale al encuentro en nuestra vida, y que es cuestión de tiempo. Sí, de tiempo. Ese tiempo que tenemos y le debemos a Dios sin excusas, o ¿tú tienes excusas para no dedicarle tu tiempo a Dios?