Villardompardo clausura, con una Eucaristía, la Misión parroquial

2 julio de 2019

Este domingo, se reunían los fieles de Villardompardo, alrededor del Altar, para dar gracias a Dios por este tiempo de Misión parroquial, en el que hemos recorrido un amplio camino y le pedimos que Su Espíritu nos ilumine y aliente para que la labor emprendida siga dando su fruto.

La Eucaristía fue muy participativa: un matrimonio, representantes de los Grupos Parroquiales de Culto y de las asambleas en las casas, una joven, una niña, catequistas, familias… han sido los encargados de proclamar la Palabra de Dios, hacer las moniciones, peticiones, ofrendas, colectas. El coro de nuestra parroquia, con sus cantos, lo impregnó todo de alegría y nos envolvieron en un clima de meditación, con sus alabanzas,  ayudándonos a profundizar en la Palabra y en la Liturgia.

Nuestro párroco, D. Juan Ángel Delgado, en la homilía , hacía una breve introducción sobre las etapas de nuestra Misión Parroquial : Acogida, asambleas, actos culturales… Al mismo tiempo que hacía hincapié en la ilusión con la que la Misión se ha acogido en nuestra parroquia,  de Nuestra Señora de Gracia, señalando que una muestra de ello ha sido reflejada en los Altares que se han elaborado para el Corpus Christi de este año. Insistía en que, «tomar la decisión de seguir a Cristo es una decisión libre y manifiesta que conlleva: oración, reflexión, madurez y constancia y que todo este tiempo de Misión dará su fruto en la medida que Dios sea el centro de nuestra vida y Su Palabra el faro que guíe nuestro camino». Terminaba confiando en que este tiempo de Misión  será un fuerte impulso a la nueva evangelización, animándonos a seguir con este proceso de crecimiento en la fe, porque detrás de cada uno de nosotros hay un corazón que busca a Dios.

Como ofrendas se llevaron hasta el presbiterio una vela y una Biblia, porque presidían cada una de las Asambleas en las casas, para que su luz y su Palabra nos recuerde la promesa de ser testigos de anunciar el Evangelio. También unas espigas, como símbolo de que los granos de trigo que le presentábamos en la Eucarístía de inicio de nuestra Misión Parroquial fueron sembrados y han fructificado entre nuestra Comunidad, transformados en frutos de fraternidad. Unas flores como símbolo de vida, unión, alegría y el anhelo de vivir siempre en amor y amistad con Jesús; el Pan  y el Vino para que el alimento llegue a toda nuestra Comunidad y que no falte alegría en nuestros corazones…

Terminábamos la Eucaristía rezando  juntos la oración de la Misión y dando gracia por los dones recibidos.

Acto cultural de la Misión

Al finalizar la Misa, tuvo lugar el último acto cultural de nuestra Misión Parroquial: nuestro cronista, D. Carlos Ramírez Perea, nos explicaba la arquitectura de nuestro templo Parroquial y las transformaciones que ha ido sufriendo a lo largo de los siglos. Saubrayó que la Parroquia de Nuestra Señora de Gracia fue construida, posiblemente, alrededor de 1545, según observamos en una inscripción de la bóveda de crucería de su baptisterio, el lugar más antiguo del templo, de estilo gótico tardío. El resto del Templo es Renacentista, formado por una sola nave con grandes contrafuertes laterales. En 1565 ya contaba el templo con sus dos puertas, según dice en los Estatutos de la Cofradía del Santo Sacramento: «la procesión del Corpus debería salir por la puerta principal y entrar por la puerta que había junto al huerto».

Consultando Actas Capitulares del ayuntamiento y el libro de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, el cronista de Villardompardo maneja la hipótesis de que en el período entre 1682 y 1685 se pudo construir el Altar Mayor y la Sacristía.

En la Guerra Civil se perdió su retablo renacentista y también imágenes de gran calidad artística. En 1954 se construye el actual Altar Mayor, las diferentes capillas, la bóveda de la nave que ocultó el techumbre de «par y nudillo» y el cimborrio que remata la torre. En ese año se adquirieron nuevas imágenes.

Una vez más, D. Carlos Ramírez, además de documentarnos en la historia del pueblo, nos demostró el cariño y tesón que le pone para descubrir más sobre nuestra historia.

Terminábamos con una convivencia en una de las plazas donde está ubicada la iglesia y todos los asistentes han coincidido en que  se han sentido contagiados por esta aura de misterio y profundidad que nos ha dado valentía para salir de nosotros mismos y nos ha permitido tomar parte de la actividad misionera, porque no puede haber vida cristiana sino en comunidad, viviendo el Amor de Cristo, donde nos  enriquece la diversidad con que el Espíritu Santo se manifiesta y actúa.

La convivencia fue muy enriquecedora, cada cual daba testimonio de cómo había vivido este tiempo de Misión, pero me gustaría destacar lo que una persona que lleva setenta años colaborando con todo lo que hay en la parroquia me decía: «Poco a poco voy delegando en los demás todo cuanto hago en la parroquia, porque mi edad me va limitando, pero no quiero dejar de trabajar en ella porque es el motor de mi vida»…

¡Qué gran ejemplo de vida! Tiene la Palabra de Dios como fuente de su espiritualidad, despliega cada día su compromiso evangelizador y misionero… Oírla hablar con esa ternura y firmeza… Observar esa mirada limpia, rebosante de felicidad… de esa felicidad que le aporta el llevar una vida en plenitud con Dios…nos hace ver en ella el rostro de Dios.

Quiero terminar, esta modesta crónica, dando las gracias en nombre de la Comisión de la Misión a nuestro cronista, a todos los grupos parroquiales de culto, a las anfitrionas que han brindado sus casas para las asambleas, a las misioneras y a todos los fieles de nuestra parroquia, por el entusiasmo y la disponibilidad durante este tiempo. Ha aumentado la comunión entre todos y ha valido la pena haber recorrido este camino juntos.

 

Texto: Loly Gay Calvache
Fotos: Carlos Ramírez Perea
Parroquia Villardompardo

Galería Fotográfica: «Clausura Misión Parroquial en Villardompardo»

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