Retiro y oración de efusión del Espíritu Santo en la Parroquia de Jimena

13 mayo de 2010

Retiro y oración de efusión del Espíritu Santo en la Parroquia de Jimena“…Derramaré mi Espíritu sobre todos vosotros y viviréis,
y sabréis que Yo el Señor, lo digo y lo hago…”
(Ezequiel 36, 14)

     Como un nuevo Pentecostés, el pasado lunes 10 mayo, celebramos en la Parroquia de Santiago el Mayor de Jimena, el inicio de un nuevo grupo de la Renovación Carismática Católica de España (RCCE), con el acontecimiento espiritual, de la Efusión del Espíritu Santo.

     La Iglesia, a través de los últimos Papas, nos invita insistentemente a invocar la Presencia del Espíritu Santo en toda la Iglesia; en nuestras Comunidades Parroquiales, en las familias, en las Comunidades Religiosas, en los Movimientos y corrientes espirituales de la Iglesia…la Iglesia nos invita con urgencia, a un nuevo avivamiento del Espíritu Santo, a una Efusión, un derramamiento del Divino Espíritu para todos.  
     En la RCCE, respondemos a esta invitación, invocando al Espíritu del Señor al comenzar la oración en los Grupos y durante un tiempo largo, esa invocación sigue, suplicando la presencia del Espíritu Santo en nuestro grupo y en nuestra oración. Esa invocación, se prolonga además, de manera vivencial, en todos los quehaceres de los hermanos, y en la oración personal de cada uno.
     Pero, hay un acontecimiento espiritual, de fe, “la Efusión del Espíritu Santo” que es identificativo de la RCCE. Cuando se va gestando un grupo de oración de la RCCE, después del anuncio Kerigmático de los grandes temas de la Salvación mediante “La Catequesis de las Siete semanas” (llamado también “Seminario de vida en el Espíritu”), se comienza la andadura de ese nuevo grupo, con la Efusión del Espíritu Santo, sobre todos los hermanos y hermanas, que lo componen.
     Así, desde esta pasada Cuaresma 2010, y organizada por el Equipo Diocesano de la RCCE, a petición del Párroco de Santiago el Mayo de Jimena, el P. Juan Mena Jurado, se han ido realizando “las siete Semanas” a un grupo de cuarenta personas de la Comunidad. Los hermanos de Jimena han mostrado una fidelidad exquisita a este Seminario de Vida en el Espíritu, participando sin fallar semana tras semana. Cada semana además del hermano que anunciaba el tema catequético han asistido miembros del Equipo Diocesano y del Ministerio Diocesano de Alabanza para acompañar a estos hermanos de Jimena.
     El lunes 10 mayo era el día señalado para la Efusión del Espíritu Santo. Con mucha alegría en el Señor,  hermanos de todos los grupos de oración de la Diócesis de Jaén (Alcala La Real, Mancha Real, Jaén, Úbeda, Baeza…)  fueron llegando a Jimena en coches, autobuses, taxis…hasta un total de ciento cincuenta, para acompañar el nacimiento de este precioso grupo de Jimena que ha elegido el nombre de Grupo de oración de  RCCE: “Virgen de los Remedios”, Coordinado con todos los demás grupos de oración, de la Renovación Carismática, a través del Equipo Diocesano.
     Comenzamos con una alegre acogida, en el que los hermanos, se saludaban cariñosamente, algunos después de mucho tiempo sin verse. 
     Enseguida comenzó, la alabanza al Señor,  por medio de los cantos e himnos,  del ministerio diocesano de música y los hermanos comenzaron a invocar al Señor, a alabarle, a darle gracias y a proclamar las maravillas de su gloria. El párroco de Jimena nos dio la bienvenida, y manifestó su alegría de pastor, al comenzar la andadura de este nuevo grupo de oración de RCCE, que sin duda, dijo, será una riqueza espiritual para esta Comunidad, una luz dentro de la Parroquia y una fuente de gracia y de bendición para todo este pueblo, que se aprovechará de la alabanza, la intercesión y la oración del grupo ¡Cuánto bien le hace a un sacerdote, saber que su labor pastoral, su ministerio sacerdotal, es sostenido, arropado y empujado, por unos hermanos que oran, interceden, alaban y adoran al Señor continuamente!
     A continuación comenzó una Enseñanza del Asesor Espiritual diocesano, de la RCCE, el P. Miguel José Cano López, que invito a todos los hermanos a que tuviésemos verdadera necesidad de invocar la Presencia y el Amor de Dios Espíritu Santo, sobre la Iglesia, sobre los grupos, sobre las Parroquias y que lo pidiésemos además, para todos aquellos, a quienes queremos (hijos, matrimonio, nietos, hermanos…) como intercesión constante. Con fuerza y claridad, nos comprometió, a ser canales de gracia y bendición para el mundo como hombres y mujeres renovados en el Espíritu Santo:
     "Tenéis que renovaros en el espíritu de vuestra mente y revestiros del hombre nuevo".
     (Efesios 4, 23-24):
     Nuestro Asesor, nos recordó la promesa del Señor en el Libro del Apocalipsis:  "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Ap 21, 5).
     ¡Yo soy el Señor que quiere renovaros con su Espíritu! ¡Dejaos renovar por mi Espíritu!
     Y así terminó, invitándonos a ser testigos creíbles, de las maravillas y del poder de Dios en medio de nuestro mundo y de nuestra Iglesia. La Efusión, tiene esa consecuencia misionera: llevar a todos la proclamación de que ¡Jesús, es el Señor de nuestra vida!
     Terminada la Enseñanza, los hermanos de Jimena, habían preparado una merienda-ágape, con dulces típicos y caseros, que cada uno del grupo había hecho para compartir con los hermanos de fuera. Fue un auténtico festín, pero de fraternidad y compartir.
     Tras un breve descanso, nos fuimos al templo parroquial, exquisitamente iluminado y adornado para la ocasión, presidiendo un gran cartel con el Espíritu Santo, y otro con la Secuencia al Espíritu, que la Iglesia lleva tantos siglos, cantando y orando.
     Mientras se preparaba la Celebración Eucarística, los sacerdotes estaban reconciliando en el Sacramento del Perdón a los hermanos que querían recibir la Efusión del Espíritu con el corazón limpio.
     Comenzó la Eucaristía, alegre, festiva, gozosa, pascual, llena de Unción en sus siete sacerdotes concelebrantes. Durante la Eucaristía, los hermanos que comenzaban el grupo hicieron profesión de su fe, y renunciaron al mal y al Malo. Comprometiéndose a rechazar, a abandonar todo aquello que no les hiciese bien en su nueva vocación de hombres y mujeres renovados en el Espíritu Santo. 
     A continuación comenzó la oración de Efusión del Espíritu Santo, y los sacerdotes, y algunos hermanos, comenzaron a imponer las manos a los hermanos, intercediendo en oración por ellos. Durante mucho tiempo, más de una hora, hubo una profunda y eclesial, oración de intercesión uno por uno, pidiendo los dones, los frutos del Espíritu, orando por su vida, para que el Espíritu Santo renovara, ungiera, reconstruyera, diera vida…”y los hermanos se sintieron llenos del Espíritu del Señor” (Hechos 2, 8). Tal y como pasó en Jerusalén, al orar la Comunidad con tanta fuerza y unción, sentíamos que el Templo de Jimena temblaba y que todos los hermanos quedaban llenos del Espíritu Santo. (Hchos 4, 31). En verdad, que estábamos participando en un auténtico Pentecostés.
     Después un gesto bonito, que llenó de emoción a toda la Asamblea. Los hermanos comenzaron a interceder por sus sacerdotes, en este Año Sacerdotal. Un río de hermanos fueron pasando por los sacerdotes, alabando, dando gracias e intercediendo por el don del Ministerio sacerdotal. Los hermanos impusieron las manos a sus sacerdotes, y besaron sus manos consagradas, pidiendo fidelidad y santidad para todos los sacerdotes: “Sed santos porque el Señor que os eligió, es Santo “(Levítico 19,2)
     La Celebración de la Eucaristía, siguió con una paz muy grande. El primer fruto del Espíritu, que es la paz, que el Señor resucitado dio a sus discípulos en todas sus apariciones, ya estaba llenando la Asamblea Eucaristía; sin prisa y con un profundo recogimiento y adoración, los hermanos reconocieron al Señor en la Fracción del Pan.
     Terminada la Eucaristía, los hermanos se fueron marchando a sus casas, manifestándose unos a otros, los momentos de emoción vividos durante la tarde. El don de lágrimas en algunos, manifestaba cómo el Señor había envuelto con olas de amor y de gracia la vida cansada, rota, difícil de muchos hermanos.
     Una vez más hemos sido testigos de la grandeza de Dios. De su poder, de su señorío, de sus maravillas.
     Os invito a todos, a dar gracias a Dios de corazón, por este nuevo grupo de oración, que ya es cada viernes en Jimena “una pequeña llama de fe, que ilumina con fuerza la vida de esa iglesia, bajo la protección de la Madre de Dios, Esposa del Espíritu Santo, Nuestra Señora de los Remedios.”

     La Coordinadora y el Equipo Diocesano de la RCCE

     Ver fotos del retiro de efusión del Espíritu Santo

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