¿Por qué nuestro universo es tan especial? la cuestión del “fine tuning” (el ajuste fino). Razones de la fe IV.

26 diciembre de 2019

Cuando hablamos de la relación entre la ciencia y la religión suele entablarse una polémica bastante estéril entre los que defienden que la ciencia te lleva a Dios y los que opinan todo lo contrario. Dejemos esto claro, la ciencia por su propia metodología no puede ni afirmar ni negar la existencia de Dios. De la ciencia sacamos tanta filosofía como previamente hemos puesto en ella. El ateo interpretará los resultados de una manera  y el creyente de otra. ¿Significa eso que no podamos analizar como encajan ambas cosmovisiones (creyente e increyente) con los datos que nos ofrece la ciencia?, por supuesto que no. Si el Dios creador existe deberemos encontrar huellas que nos permitan percibir un diseño, si no existe,  tales huellas brillarán por su ausencia o, a lo sumo, serán puras proyecciones nuestras.

Si analizamos la imagen que nos da la ciencia respecto al comienzo del universo evolutivo encontramos una serie de fenómenos que pueden  ser indicio del Dios Creador y Providente del que habla la tradición cristiana. La física del universo es extremadamente especial, para desarrollar la complejidad fecunda que observamos se necesitan leyes adecuadas, constituyentes adecuados, fuerzas adecuadas y circunstancias adecuadas. Estas leyes y constantes están tan ajustadas que, en el colmo del asombro,  hicieron exclamar al físico Freeman Dyson (este) universo en algún sentido debía haber sabido que veníamos[1] y llevaron al agnóstico Fred Hoyle, tan reacio a la teoría del Big-Bang, a hablar de un universo inteligente[2].

El tema al que nos referimos se conoce como fine-tuning (El ajuste fino).  El ajuste fino nos habla de que las leyes, las constantes y las fuerzas que tuvieron su origen al comienzo del universo están tan finamente ajustadas que una pequeña variación de éstas imposibilitaría que el universo que conocemos existiese. Así pues, la existencia de nuestro universo es tan extremadamente improbable que parece estar diseñado.

Existen numerosos ejemplos de ajuste fino, destaquemos algunos. La constante cosmológica Ʌ es un parámetro claro de ajuste fino, la constante describe la expansión acelerada del universo, las previsiones teóricas siempre son mucho mayores que el valor de la constante, su valor es extraordinariamente pequeño, de haber variado un poco siendo algo mayor o algo menor no se habrían formado estrellas ni galaxias.

Pongamos otros ejemplos, si la interacción nuclear fuerte (responsable de mantener unidos los protones y neutrones dentro del núcleo atómico) fuera ligeramente menor, el hidrógeno sería el único elemento presente en el universo, y como la vida según la conocemos, depende de las propiedades químicas del carbono, ésta no se habría desarrollado; si fuera ligeramente mayor, el hidrógeno se habría transformado el helio, por lo que no se habrían formado estrellas de vida larga, lo que habría imposibilitado también la vida como la conocemos.

Si la interacción nuclear débil (responsable de fenómenos naturales como la desintegración radioactiva) fuera ligeramente menor, no se habría formado hidrógeno, por consiguiente, no habría estrellas y no se habría desarrollado la vida, si, por el contrario, hubiera sido ligeramente superior, las supernovas no habrían podido expulsar los elementos pesados necesarios para la vida.

Si la proporción de la fuerza electromagnética (interacción entre las partículas de carga eléctrica) con la gravedad aumentara ligeramente, todas las estrellas serían por lo menos 40% más grandes que nuestro sol, esto implicaría que se habrían consumido demasiado rápido no dando tiempo a que la vida pudiese evolucionar. Si este valor fuera disminuido ligeramente, todas las estrellas serían por lo menos 20% más pequeñas que el sol. Esto las incapacitaría para producir  elementos pesados como el carbono que son los componentes  básicos de los seres  vivos.  Éstos y muchos otros ejemplos nos indican que si los valores de ciertas constantes fundamentales hubieran sido ligeramente distintos, la vida no hubiera sido posible y, obviamente, tampoco hubiera surgido un ser consciente y libre como el hombre[3].

Para que podamos deducir  las implicaciones de esto propongo la siguiente ilustración. Imaginemos  que un hombre se encuentra ante un pelotón de fusilamiento compuesto por  cien expertos tiradores. Los tiradores, a tres metros de distancia, disparan contra el prisionero y, sorpresa, todos fallan. ¿Podría haber sido por accidente?, parece muy poco razonable. Lo lógico sería pensar que hubo una conspiración, algo planeado o diseñado por alguien. De todas las posibles disposiciones de las fuerzas y constantes físicas solo una entre miles de millones de billones pudo haber producido la vida sobre el planeta. Como diría Teilhard de Chardin, si todo esto es cuestión de azar tenemos que hablar de un azar muy inteligente.

¿Estamos ante una prueba irrefutable de la existencia de Dios? No, porque su razonamiento es solo que es más probable que haya Dios que no lo haya. Sin embargo, el argumento tiene mucha fuerza,  como lo evidencia el hecho de que algunos ateos se han visto obligados a proponer la “teoría del multiverso”, es decir habría un número infinito de universos, de modo que es inevitable que alguno, o algunos, estaría ajustado para la vida y el nuestro sería uno de ellos. El profesor del M.I.T  Alan P. Lightman llegó a afirmar, refiriéndose a la teoría del multiverso, que  el argumento del ajuste fino es tan sólido que ha llevado a muchos científicos a plantear una tesis de la que no hay pizca de evidencia, y lo peor, que no existe posibilidad de probarla[4], en definitiva una teoría que carece de los criterios fundamentales que se le exige a cualquier hipótesis científica. En otras palabras, como la realidad del ajuste fino  puede llevar a replantearse la cuestión de la existencia de  Dios,   y esto a algunos les parece inaceptable, se  propone como  alternativa  un gran acto de fe para evitar caer en la herejía teísta. Y no están del todo descaminados, la percepción del orden y del diseño en el mundo puede funcionar de manera directa en las intuiciones de la personas   permitiendo que  su mente  se abra a la realidad de Dios.  El mismo Kant ya había concluido que el argumento del diseño no constituía una prueba rigurosa  de la existencia de Dios, con todo habló con frecuencia  y de manera conmovedora sobre el orden esplendido, la belleza y la providencia  que se revelan en todas partes en la naturaleza, lo cual, creía Kant, llevaba naturalmente a la fe en un sabio y gran autor del mundo[5].

Resumiendo, si  el modelo del Big Bang es correcto, el estado inicial da la impresión de haber sido elegido con gran meticulosidad, y es razonable concluir que considerar que el ajuste fino representa solamente una feliz coincidencia constituye sin duda un acto mayor de fe que el del cristiano que afirma el diseño teísta del universo. A muchos no les gustará esta idea y esto es respetable, pero  deberán reconocer que, con los datos que la ciencia nos ofrece  en la actualidad, la bases empíricas de la teleología (o sea que en el universo se advierte  un finalismo), y con ello la posibilidad de una nueva reformulación de la teología natural, se han visto aumentadas de un modo extraordinario. En este sentido pueden ser muy iluminadoras las palabras del científico agnóstico Robert Jastrow[6] ante los nuevos hechos que iba  desvelando la ciencia: “Para los científicos que han vivido por su fe en el poder de la razón (entiéndase científicos imbuidos del naturalismo), la historia termina como un mal sueño. Ellos  han escalado las montañas de la ignorancia; están a punto de conquistar el pico más alto; pero al escalar la última roca son recibidos por una banda de teólogos que habían estado sentados allí por siglos.»

Juan Jesús Cañete Olmedo
Sacerdote diocesano y Profesor de Filosofía

 

[1]  Dyson, F., Trastornando el mundo, Fondo de Cultura Económica, México 1982.

[2] Hoyle, F., El universo inteligente, Grijalbo, Barcelona 1984.

[3]  J.M. Valderas, Ajuste fino y origen de la vida, Naturaleza y Libertad, Revista de estudios interdisciplinares, 5, 2015, pp. 133-238.

[4] A. Lightman, The Accidental Universe. Science’s crisis of faith, Harper’s Magazine https://harpers.org/archive/2011/12/the-accidental-universe/. Estas mismas ideas pueden encontrarse en A. Lightman, The Accidental Universe: The World You Thought You Knew, Random House, New York 2014.

[5] Prefacio de Kant a la segunda edición de la Crítica a la Razón Pura en  I. Kant,  Crítica de la Razón Pura, Alfaguara, Madrid 1978.

[6] R. Jastrow, God and the Astronomers, W Norton & Co, Nueva York 2001.

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